Episode 46: 46. Carta de San Martín a Tomás Gujido, 1929, 1º

00:00:00 - Carta de San Martín, Atomajillido, Montevideo, Abril 6 de 1829.

primero de las tres partes. Mi querido amigo, dije usted en mi anterior que en el caso de regresar a Europa no lo verificaría sin exponer la razón que me impulsaban a dar este paso y por este medio satisfacer a usted y al corto número de mis amigos. Este caso he llegado y paso a cumplir mi promesa. El estado de mis intereses, es decir, la depresión del papel moneda en

00:00:52 - Buenos Aires no me permitían por más tiempo vivir en Europa, con los réditos de mi finca, los que alcanzaban a cerca de 6.000 pesos puestos en el continente, quedaban reducidos a menos de 1.500.

00:01:05 - Así es que me resolví a regresar al país con el objeto de pasar en Mendoza a los años que jugó necesario para la conclusión de la educación de mi hija y agitar por la mayor inmediación el cobro de alguna parte de mi pensión del Perú y al mismo tiempo hacer el ensayo de ciclos 5 años de ausencia y una vida retirada,

00:01:25 - Podía desimpresionar a los generales, mis conciedadanos, que toda mi envisión estaba reducida a vivir y morir tranquilamente en el seno de mi padre.

00:01:37 - Todos estos planes se los llevo el diablo por la sucurrencia del día.

00:01:42 - Pasemos ahora al punto capital, es decir, el de mi regreso a Europa.

00:01:48 - Las agitaciones de 19 años en Sayon buscan una libertad que no ha asistido, y más que todas las dificultades y circunstancias en que se hallan el día en nuestro país, hacen clamar a lo general de los hombres que ven sus fortunas al borde del precipicio y su futura suerte, cubierta de unas funestas incertidumbres, no por un cambio en los principios que nos rigen y que, en mi opinión, es donde está el verdadero mar, sino por un gobierno vigoroso.

00:02:13 - Es una palabra militar, porque el que se ahoga no reparen lo que se agarra.

igualmente conviene en estos todos, es que para que el país pueda existir es de absoluta necesidad que uno de los dos partidos en cuestión desaparezca, al efecto. Se trata de buscar un Salvador que reuniendo el prestigio de la victoria, el concepto de las provincias y más que todo un brazo vigoroso, salva a la patria de los males que la amenazan. La opinión presente de este candidato el excepcional San Martín. Para establecer esta asalción, yo no me fundo en el número de cartas que he recibido de personas de respeto a esa y otras que en esta me han hablado sobre este particular. Yo apoyo en mi opinión sobre las circunstancias del día. Ahora bien, partiendo del principio de ser absolutamente necesario, el que desaparezca uno de los dos partidos contendientes, por ser incompatible en la presencia de ambos con la tranquilidad pública, era posible, si hayó el escogido para hacer el verdugo de mis conciedadanos y cual otro silo acubra mi padre de prescripciones. No, jamás, jamás. Jamás, mil veces preferí envolverme los males que la amenazan, que ser yo el instrumento de tamaño cerróneo. Por otra parte, después del carácter sanguinario con que se han pronunciado los partidos, me sería permitido con lo que queda ese vencedor usar de una cremencia que está en principios, en el de interés de nuestro suelo y en la opinión de los gobiernos extranjeros. O sea, me volvería a ser el agente del furor de pasiones exaltadas que no consulta a nuestro principio que de la venganza. Mi amigo, vamos claro, la situación de nuestro país es tal que el hombre que lo mande no le queda otra alternativa que le apoyarse sobre una facción o renunciar al mando.

esto último es lo que yo hago años hace que usted me conoce con mi mediación y de consta lo indócio que soy a suscribir a ningún partido y que mis operaciones han sido hijas de mis casas razón y del consejo amistoso de mis amigas no faltará algún catón que afirme tener la patria un derecho a decir de sus hijos no generó el sacrificio yo responderé que esto como todo tiene sus límites que ellos se deben sacrificar sus intereses y vidas pero su honor y principio. La historia y más que toda la experiencia de nuestra revolución, me han demostrado que jamás se puede mandar con más seguridad a los pueblos que los dos primeros años después de la gran crisis. Dale la situación en que quedará el de Buenos Aires, que él no exigirá del que lo mande después de la reciente lucha que tranquilidad. El sentimiento menos noble que lo que posea a favor de nuestro suelo, fuese en el norte que me disfiecen, aprovecharía de esta conventura para engañar a ese heróico, para desgraciado pueblo, como le han hecho unos cuantos de magugos que, con sus locas teorías, no han precipitado los males que le afligen y dádoles el parnicioso ejemplo de calumniar y para seguir a los ojos verdes de bien con el innoble objeto de inutilizarlos para su país.