Septiembre  29, 2021

Episodio 49: #25 Fiebre del oro (parte I)

Tema: La fiebre del oro. El loco Aguirre, Jack London. Poeta invitado: Jorge Luis Borges en la voz de Tom Lupo.
Las voces y los textuales de Marcelo Guerrieri, Ana Emiglia Moglia, Paula Maffía, Manuel Moretti, Pablo Morosi y Sandra Di Luca.
La música de Talking Heads.
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00:00:00 - El hombre extrajo un saludable saco de oro del tamaño de una salchicha pequeña y lo golpeó con negligencia contra la pérdida.

00:00:09 - Tasmunzen experimentó un extraño temblor en la boca del estómago, un gosquillo en las fosas nasales y un deseo casi abrumador de sentarse y llorar.

00:00:18 - Pero empezó a reunirse una muchedumbre curiosa, de ojos muy abiertos, y hombre tras hombre pedía huevos.

Él no tenía balanza, pero el hombre de abrigo de piel de oso le consiguió una, y con gran amabilidad pesó el polvo, mientras Tasmunzen entregaba las mercancías.

00:00:37 - Pronto hubo empellones, y codazos, y hombros que empujaban, y un gran clamor.

00:00:43 - Todos querían comprar, y que se lo sirviese primero, y a medida que crecía la excitación, Tasmunzen se serenaba.

00:00:52 - Eso no servía, tenía que haber algo detrás del hecho de que compraran con tanta avidez.

00:00:58 - Sería más prudente que primero descansase y estudiara el mercado.

00:01:03 - De cualquier modo, con lo que hiciera vender, estaba seguro de obtener un dólar y medio.

00:01:10 - ¡Basta!, gritó cuando hubo 21 par de cientos.

00:01:13 - Por ahora no hay más, estoy agotado, necesito conseguir una cabaña, y después pueden ir a verme.

00:01:22 - Al escuchar esto se le hubo un gemido, pero el hombre de abrigo de piel de oso aprobó.

24 de los huevos congelados repiqueteaban en sus amplios bolsillos, y no le importaba si el resto del pueblo comía o no.

00:01:35 - Además, leía con claridad que Rasmunzen se hallaba al cabo de sus fuerzas.

00:01:41 - Hay una cabaña a la vuelta de la segunda esquina, a contar del Monte Carlo, le dijo, la que tiene la ventana de botellas de soda.

00:01:49 - No es mía, pero soy el encargado de ella.

00:01:52 - La alquilé de diez diarios, y por ese dinero es barata.

00:01:57 - Muedes enseguida, y lo veré más tarde.

00:02:00 - No se olvide de la ventana de botellas de soda.

00:02:03 - Un momento después gritó, hasta luego.

00:02:06 - Me voy colina arriba a comer huevos, y a soñar con mi hogar.

00:02:10 - Camino de la montaña, Rasmunzen recordó que estaba hambriento, y compró unas pocas provisiones en la tienda, además de un bistec en la carnecería, y salmón seco para los perros.

00:02:21 - Encontró la cabaña sin dificultades, y dejó a los perros enjaezados, mientras encendía el fuego y preparaba el café.

00:02:29 - Un dólar y medio cada uno, mil docenas, dieciocho mil dólares.

00:02:35 - Mascullaba una y otra vez, mientras se dedicaba a sus labores.

00:02:39 - Cuando dejó caer el bistec en la sartén, se abrió la puerta.

00:02:43 - Era el hombre de abrigo de piel de oso.

00:02:46 - Parecía llegar con decisión, como con alguna intención explícita.

00:02:50 - Pero cuando miró a Rasmunzen, se asomó a su rostro una expresión de perplejidad.

00:02:55 - Digo, es decir, digo, comenzó a decir y se interrumpió.

00:03:00 - Rasmunzen se preguntó si quería el alquiler.

00:03:03 - Digo, maldita sea, ¿sabe? Los huevos están mal.

00:03:08 - Rasmunzen se tambaleó.

00:03:10 - Le pareció que alguien le había asestado, por sorpresa, un golpe entre los ojos.

00:03:15 - Las paredes de la cabaña se movieron y se inclinaron.

00:03:19 - Extendió la mano para sostenerse, y la apoyó en la cocina.

00:03:24 - El intenso dolor y el olor a carne quemada lo volvieron en sí.

00:03:29 - Entiendo, dijo con lentitud, buscando el saco en el bolsillo.

00:03:33 - Quiere que le devuelva el dinero.

00:03:35 - No se trata del dinero, replicó el hombre.

00:03:38 - Pero no tiene ningún huevo bueno.

00:03:42 - Rasmunzen meñó la cabeza.

00:03:44 - Será mejor que tome el dinero.

00:03:46 - Pero el hombre se negó y retrocedió.

00:03:49 - Volvé, dijo, cuando haya hecho su mentario y reciba lo que le corresponde.

00:03:54 - Rasmunzen arrastró la cabaña y el tajadero y llevó los huevos.

00:03:59 - Se dedicó el trabajo con calma.

00:04:02 - Tomó el hacha de mano y uno por uno cortó los huevos por la mitad.

00:04:07 - Examinó con cuidado las mitades y las dejó caer al suelo.

00:04:11 - Al principio tomó muestras de distintos cajones.

00:04:14 - Pero luego, en forma deliberada, vació un cajón por vez.

00:04:18 - En el piso, el montículo crecía.

00:04:21 - El café hirvió y se derramó.

00:04:24 - Y el humo del bistec quemado inundó la cabaña.

00:04:28 - Cortó huevos con movimientos continuados y monótonos hasta terminar con el último cajón.

00:04:34 - Alguien golpeó la puerta.

00:04:36 - Tras un instante golpeó de nuevo y entró.

—¡Qué porquería! —señaló, deteniéndose y observando el escenario.

00:04:45 - Los huevos partidos comenzaban a descongelarse al calor de la cocina y un olor pestilente se hacía cada vez más intenso.

—Debe haber sucedido en el vapor —sugirió el otro.

00:04:56 - Rasmunsen le lanzó una mirada prolongada y vacía.

—Soy Murray, el gran Jim Murray.

00:05:03 - Todos me conocen —se presentó el hombre—.

00:05:06 - Acabo de enterarme de que sus huevos están podridos y les ofrezco 200 dólares por el total.

00:05:12 - No son tan buenos como el salmón, pero siguen siendo aceptables para los perros.

00:05:17 - Rasmunsen parecía convertido en piedra.

00:05:20 - No se movió.

—¡Vayas al demonio! —dijo sin apasionamiento.

—¡Piénselo!

00:05:26 - Me jacto de ofrecerle un precio decente por ese revoltijo.

00:05:29 - Y es mejor que nada.

00:05:31 - ¡200! ¿Qué me dice?

—¡Vayas al diablo! —repetió Rasmunsen con suavidad.

—¡Y salgan de aquí!

00:05:38 - Murray abrió la boca con gran consternación y luego salió con cuidado hacia atrás, con la mirada fija en la cara del otro.

00:05:47 - Rasmunsen lo siguió y soltó a los perros.

00:05:50 - Desarrojó todo el salmón que había comprado y se enrolló en la mano una correa de un trineo.

00:05:56 - Después volvió a entrar en la cabaña y corrió al cerrojo.

00:06:01 - El humo del bistec convertido en cenizas le hizo arder los ojos.

00:06:04 - Se trepó el camastro.

00:06:06 - Pasó la correa por la cumbre y midió la caída con la vista.

00:06:11 - No pareció satisfacerle, pues colocó el taburete sobre el camastro y trepó aquel.

00:06:17 - Formó un donal al extremo de la correa y metió la cabeza dentro de él.

00:06:22 - Aseguró el otro extremo.

00:06:24 - Después patió el taburete.

00:06:36 - Subtítulos realizados por la comunidad de Amara.org

00:07:07 - Vaya uno a saber de dónde viene la fascinación del hombre por el dinero, la fascinación del hombre por el oro y por la plata.

00:07:17 - Podemos pensar con respecto a los minerales que quizás pueda explicarse a partir del encanto que genera su brillo, ¿no?

00:07:23 - Ver esas pepitas brillar en el lecho del río transparente y comenzar a sentir cómo la fiebre se apodera de uno y la necesidad de tamizar ese lecho rocoso para convertirlo en una fortuna.

00:07:35 - Nadie tiene duda que el oro, la plata y los billetes tienen la capacidad de sacar lo peor de nosotros y transformarnos en animales, en seres sin raciocinio.

00:07:45 - Basta con ver las sucesivas corridas bancarias de las que hemos sido testigos y también el influjo que genera esa gran zanahoria que es el dólar en los argentinos.

00:07:55 - Rápidamente podemos pensar de qué se trata o qué es consecuencia directa del capitalismo en el que vivimos.

00:08:01 - Podría ser un punto de partida o de llegada porque rápidamente también podríamos apuntar a que esa fiebre descomunal que genera el dinero, el oro, la plata no nació con el salvaje mundo capitalista sino que lo antecede por siglos.

00:08:17 - Ubiquémonos en los siglos XV y XVI en los miles de españoles que llegaron a lo que creían las indias siendo conquistadores o acompañando a esos conquistadores.

00:08:28 - Cuerpos anónimos, aunque entre ellos hay muchos con nombres y apellidos tan propios como crueles.

00:08:35 - Muchos de esos fueron parte de la fiebre de oro y de plata de la que dio cuenta Eduardo Galeano en ese talismán, en ese cablatierra poderoso que es su libro Las venas abiertas de América Latina.

00:08:49 - Un apellido ilustre y no porque haya hecho demasiadas cosas buenas sino porque su vida y su alma se terminan de perder tras la búsqueda de una ciudad mítica tras la incansable búsqueda de la ciudad del dorado de esa ciudad que según creyeron los españoles estaba construida de oro.

00:09:09 - El mito nace, dicen, luego de que los conquistadores dieran con un aborigen que narró conocer la historia de un gobernante que gobernaba una ciudad tan, pero tan rica que todas las mañanas se bañaba de pies a cabezas en oro y por las noches volvía a lavarse en un lago sagrado.

00:09:30 - Uno de los que creyó que esa ciudad sin lugar a dudas existía fue Lope de Aguirre, un viejo cristiano, hijo de medianos padres natural bascongado en los reinos de España vecino de la villa Donñate tal como él mismo se describe en una carta que envió a Felipe II.

00:09:50 - Lope de Aguirre fue un hombre tan cruel como psicópata al que lo terminó de perder su obsesión por dar con la ciudad del dorado lo perdió la fiebre del oro.

00:10:02 - Decimos que lo terminó de perder porque desde los amos en sus páginas, en sus genes, no sólo había ambición sino una importante dosis de maldad.

00:10:13 - Cuentan las crónicas de la época y quienes al pasar han dado cuenta de su semblante que cerca del año 1530 fue apresado y condenado a muerte fue condenado a colgar de la horca por haber violado a una joven virgen sin embargo, por esas razones que tiene el destino y los sobornos logró escapar de la cárcel y logró embarcarse hacia las Américas.

00:10:36 - Perverso, sarmosoquista, cruel, sanguinario

00:10:40 - Lope de Aguirre le sumaba a su caracterización que además era rengo y que le faltaban unos cuantos dedos de sus manos.

00:10:49 - Como no podía ser de otra manera formó parte del peor ejército que conoció América y no decimos peor por ser malos en el campo de batalla o en las excursiones militares sino por la crueldad que ostentaban esos 300 soldados a los que se le encomendó rastrear el Amazonas procurando dar con la ciudad del dorado.

300 soldados eran demasiadas manos en las que repartir el oro del dorado y pese a que la ciudad dorada contaba con suficiente oro para repartir entre todos los habitantes con los que contaba Europa por aquel entonces.

00:11:25 - Sin embargo, para el loco Aguirre 300 soldados eran demasiados así que no dudó en comenzar a sodomizar, a torturar y a asesinar a quienes lo acompañaban en esa búsqueda.

00:11:38 - Las altas temperaturas, la humedad, los peligros de la jungla, la deshidratación fueron llevando a Aguirre y a quienes lo acompañaban a un estado de turbación mental del que ya no pudieron regresar.

00:11:52 - En esa misma carta a Felipe II Aguirre escribe

00:11:56 - Yo maté al nuevo rey, y al capitán de su guardia, y al teniente general, y a cuatro capitanes, y a su mayordomo, y a su capellán, clérigo de misa, y a una mujer de liga contra mí, y a un comandador de rodas, y a un almirante, y a dos alfereses, y a otros cinco o seis aliados suyos, con intención de llevar la guerra adelante o morir en ella.

00:12:21 - Nombré de nuevo capitanes y sargento mayor, y luego me quisieron matar, y yo los ahorqué a todos.

00:12:29 - El loco Aguirre que escapó a la muerte en 1530 después de violar a aquella muchacha la iba a encontrar a la muerte 31 años más tarde en el suelo americano.

00:12:40 - Dicen que sintiéndose traicionado por sus propios hombres en Barquimiseto en Venezuela

00:12:46 - Aguirre mató con un puñal y a la vista de todos a su hija lo que llevó a que dos de sus hombres lo encañonaran y dispararan contra él.

00:12:57 - El primero de ellos erró el disparo.

00:13:00 - ¿Acaso Aguirre era una deidad? ¿Era inmortal y capaz de refractar las balas?

00:13:07 - Un par de segundos después la respuesta llegó.

00:13:10 - El segundo soldado le acertó en el pecho y lo mató.

00:13:13 - Pero aún muerto, sus ojos parecían juzgarlos y someterlos.

00:13:17 - Por eso juntaron valor, y para evitar cualquier posible resurrección decidían descuartizarlo, y su cabeza la guardaron en el interior de una jaula de hierro que pasó largas décadas colgadas en la plaza del Tocuyo como advertencia de lo que ocurría a quien osaba rebelarse contra la corona española.

00:13:38 - Aunque, para otros, el mensaje fue otro.

00:13:42 - Una eterna advertencia de lo que es capaz de hacer en un hombre la fiebre del oro.

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00:23:02 - Haber sentido el círculo del agua en el secreto aljibe, el olor del jazmín y la madreselva, el silencio del pájaro dormido, el arco del saguán, la humedad, esas cosas, ¿acaso son el poema?

00:23:27 - Maldición eterna a quien escuche este programa.

00:23:31 - La literatura echa radio.

00:23:49 - Marcelo Guerrieri.

00:23:51 - Claro, ahí pasa algo, ¿no?

00:23:53 - ¿Qué tiene que ver con esto de contarse historia, no?

00:23:56 - Que nos pasa todo cuando en cualquier reunión alguien empieza a contar algo.

00:23:59 - La fascinación porque te cuenten algo obviamente es más importante que la veracidad que hay atrás de lo que te cuentan, ¿no?

00:24:05 - Lo directo de alguien a la hora de generar atención en los oyentes, ¿no?

00:24:12 - Entonces, todos saben que no tienes historia porque siempre es diferente, ¿no?

00:24:16 - Pero todo se espera.

00:24:20 - Ana Emilia Moglia.

00:24:22 - En realidad, o sea, este camino que es tan extraño pero por lo maravilloso, porque yo soy una persona muy práctica, muy organizada, que planifica todo, pero a la hora de escribir jamás tengo pautado hacia dónde voy a ir.

00:24:36 - Me dejo que me sorprenda, por ejemplo, el libro, la historia.

00:24:41 - Me parece que hay una cuota, hay un 50% de que es realidad y otra cuota que es magia, que no se puede perder nunca.

00:24:48 - En el momento en que se pierde ese halo, ¿no?, de que uno nunca puede entender qué es lo que está pasando, cómo se dieron las cosas, pero sí de algo estoy segura.

00:24:58 - Esto es disciplina, disciplina de trabajo, de decir, a ver, tengo que averiguar sobre tal tema y lo investigo.

00:25:05 - Es respeto por el lector ante todo porque el hecho de que sea ficción no te habilita a que pongas cualquier cosa.

00:25:12 - Yo creo que los subrayados son muy personales.

00:25:15 - Cada uno termina buscando quedarse con algo que le interpeló.

00:25:20 - A veces la interpelación también es una pelea.

00:25:22 - Mi abuelo Coco, que era un hombre muy tímido y muy culto en dosis iguales, sumamente culto y sumamente tímido, o sea, una persona hermética que dialogaba muy bien para adentro y con los libros, pero muy torpemente con otras personas, me regaló en un acto de amor en su incapacidad de demostrar amor, me regaló un libro muy preciado de su biblioteca.

00:25:43 - A los 15 me regaló una edición increíble de La diosa blanca de Robert Craig con sus anotaciones.

00:25:49 - Yo siento que eso fue lo más cerca que estuve de mi abuelo a través de este libro.

00:25:54 - Y el libro contiene subrayados meticulosos, el subrayado en birome y con regla.

00:25:59 - Y las anotaciones casi siempre son, si le interesa a alguien, sencillamente subrayaba, pero si se expandía en torno al párrafo que había subrayado, era para criticar.

00:26:13 - Criticaba, profería contra el párrafo, se peleaba, ponía unos comentarios graciosísimos de enojo, no sé si en serio o en broma o en ese lugar en el medio, pero me parece como que cualquier tipo de interpretación del libro y de diálogo con el libro es lo mismo.

00:26:32 - Y de diálogo con el libro es válido.

00:26:38 - Manuel Moretti

00:26:41 - Yo creo que es en un momento en que objetos importantes de la relación, como los discos han desaparecido prácticamente, incluso hasta el cine, en un momento uno podía llegar a tener...

00:26:57 - Conseguir películas y ver películas también es difícil.

00:27:00 - Pero por lo menos sigue vivo el hecho de que el libro es un objeto que va con uno.

00:27:06 - Ya también están los digitales, pero por lo menos eso todavía sigue vivo y es una celebración absoluta para mí, porque es una compañía.

00:27:15 - Uno no puede negar que, bueno, lo que te estaba diciendo, que yo llego ahí al estudio y veo los libros y me siento más o menos más acompañado y estás pensando porque por lo menos hay ideas mejores y recreativas y que te mejoran y mejores que tu cabeza, ¿no?

00:27:34 - Hay muchas ideas mucho mejores que el lubricado de tu cabeza o que la imposibilidad de tu cabeza.

00:27:40 - Y eso está a través de un objeto que todavía está vivo, en hora buena, que es el libro.

00:27:47 - Pablo Moros y Sandra Ayluca

00:27:49 - En busca de la autenticidad, de ser auténtico, de ser original, de tener su propio pensamiento, aún cuando su pensamiento...

Él defendía la contradicción.

Él decía, si yo estoy parado en este lugar acá, hoy, y mañana estoy parado dos metros más allá, mi perspectiva va a ser distinta.

00:28:07 - Entonces no va a ser una contradicción, sino que va a ser un cambio de perspectiva y lo mejor que nos puede pasar es poder cambiar de perspectiva, no estar siempre en la misma perspectiva.

00:28:17 - Porque eso nos da otros elementos de análisis de las cosas.

00:28:21 - También decía que había que comprender al ser humano y sus contradicciones, sus errores, porque eso tan endiosado que es la verdad era algo que Sábato decía funcionaba solamente para las ecuaciones matemáticas.

00:28:37 - En la vida del ser humano había otras pulsiones, otros postados que surgían del espíritu, que eran los que realmente motorizaban muchas de las decisiones.

00:28:53 - Maldición Eterna a quien escuche este programa.

00:28:57 - La Literatura

00:28:59 - Echa Radio

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