Agosto  28, 2021

Episodio 1: La cándida Eréndira y su abuela desalmada.

: La increíble y triste historia de la cándida Eréndira y de su abuela desalmada es una novela corta o cuento largo escrito por Gabriel García Márquez en 1972 y publicado por primera vez en 1974.
En la que trata como tema principal la explotación infantil a través de la prostitución, para ser mas específicos en el Caribe Sudamericano.
También se puede interpretar como una metáfora de Márquez entre la explotación de los países menos desarrollados (Eréndira) por parte de países desarrollados (La abuela).
Como dato curioso: En la novela cumbre de Gabriel García Márquez, Cien años de soledad, Eréndira y su abuela pasan por Macondo en compañía de Francisco el Hombre y la muchacha tiene un encuentro con el joven Aureliano Buendía.
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00:00:00 - Heréndida, toda la ropa está arrugada por tu culpa, planchala, no me sirves de lo absoluto, al menos deja brillando la casa.

00:00:08 - Sí, sí, señora, ya mismo.

00:00:10 - Deja hablar y sirve para algo, maldita seda.

00:00:14 - Heréndida, mañana lavas la alfombra que tiene sin ver la luz desde los tiempos del ruido.

00:00:19 - Prenda el candelabri y te vas a dormir ya mismo.

00:00:22 - Debe a la fuerte brisa, de la oscura y sombría noche, el candelabri se cae.

provocando un incendio en toda la casa.

00:00:30 - Mi pobre niña.

00:00:33 - No te alcanzará ni la vía para apagarme este percanso.

00:00:37 - Ese mismo día, la abuela la llevó con el tendero del pueblo, entre una fuerte lluvia.

00:00:44 - ¿Cuánto me das por ella?

00:00:46 - Lo mejor que te puedo dar son 220 pesos, aunque no delacta ella para lo que te daré.

00:00:52 - Por favor, no más, la abuela no me deja aquí y te lo arruego.

00:00:58 - Irina, no muy contenta con la respuesta, acepta procediendo a que el tendero se la llevara a un sucio cobertiz.

00:01:07 - Luego de constantes súplicas y resistencia por parte de herendida, el vido le contesta sin uso.

00:01:13 - Torsiéndole el brazo, arrastrándole hacia la maca, ella puso resistencia arañándole la cara.

00:01:20 - El tendero le responde con una bufita, arrastrándola del cabello, inmovilizándola y heréndida se llena de terror y dolor.

00:01:33 - Luego de un tiempo, sin que ningún hombre pagara por el amor de heréndira, la vieja se la lleva en un camión de carga hacia los rumbos del contrabando.

00:01:43 - La abuela, al estar sin algún peso, pago el transporte de los muebles con amores de 20 pesos por parte de Irina. Al llegar luego de que los conductores bajaran toda la carga ...

00:01:56 - Son 50 pesos por bajar esta basura.

00:02:00 - Trátalos con amor que es lo único con valor que me queda, además ya su esclavo se pagó por la derecha.

00:02:06 - El carguero, muy seguro de sí mismo, le dice a la abuela.

00:02:11 - Herendida se va conmigo, si usted no ordena otra cosa, es con buenas intenciones.

00:02:17 - Yo no he hecho nada, por favor, digen mi empaz.

00:02:21 - La abuela lo examina de pieza a cabeza, con una mirada aterradora tratando de calcular el valor de sus agallas.

00:02:30 - Por mí no es inconveniente si me pagas todo lo que perdí con su descuido más lo que ya pagué, sería un poco más de 800 mil pesos.

00:02:40 - Si los tuviera, se nos daría. La niña nos vale.

00:02:44 - Al encontrarse en un pueblo más grande, pero con calles solitarias, la abuela tenía pensado en ir en busca de salmada, que le ayudaría a la herendida a pagar su deuda.

00:02:57 - Al siguiente día, luego de dormir empecemos condiciones, pero no menos cómodas, la abuela de salmada arreglo a herendida.

00:03:07 - Te vejorrorosa.

00:03:08 - Irina se las arregló de alguna manera para correr la voz acerca de la prostitución de

00:03:16 - Erendira. Erendira cansada de caminar bajo un terrible sol, mientras su abuela se encontraba improvisada sobre un burro. Detrás de ellas caminaban cuatro indios con carga de pedazos del pobre campamento. Mientras un fotógrafo más atrás perseguía la caravana.

00:03:37 - Descurrido seis meses del incendio, el negocio de la abuela es armada y va mejorando, pues mucho mejor de lo que le iría con el tendeo.

00:03:50 - La abuela levanta heréndida con un jalón de cabello.

00:03:55 - Levántate ya heréndida, tienes que limpiar la casa que pronto vienen los clientes.

00:04:00 - Ouch, sí señora, ya voy.

00:04:02 - Luego de una limpieza cansada, al poco tiempo de abrir, llegó un cliente, ofreciendo más dinero de lo normal.

00:04:13 - Ve a prepararte, ya llegó tu primer amor del día.

00:04:15 - Dame 50 más, ella está ahí arriba.

escurrid un día lleno de clientes por la noche. Ulises, un adolescente hijo de un gran gerolandés, dispuesto a entrar a la casa.

00:04:39 - No hijo, tú no entras ni con todo el oro del mundo.

00:04:44 - La abuela, muy asustada, permitió entrar al militar detrás del niño, aunque éste inmediatamente salió. Ya queriendo ira, salió de un pequeño espacio, sollozando diciendo.

00:04:57 - Abuela, por favor, me estoy muriendo. Ya no faltan más de 10 militares.

00:05:03 - Herendira rompió a llorar con unos chillidos de animal, asorrado.

00:05:08 - La abuela supó entonces que había transpuesto los límites del horror, y acariciándole la cabeza le ayudó a calmarse.

00:05:17 - E inmediatamente cerró el negocio.

00:05:20 - Se disponía a volver a la tienda cuando vi a Ulysses de cuerpo entero solo, en el espacio vacío y oscuro donde antes estuvo la fila de hombres, tenía una aura irreal y parecía visible en la penumbra por el fulgor propio de su belleza.

00:05:38 - ¿Y tú qué esperas para irte?

00:05:42 - Poco más tarde, Ulises decidió volver al lugar, asumándose y viendo herendira secándose el cabello, ya lista para dormir.

00:05:50 - ¿Quién eres?

00:05:51 - Luego de una charla entre ellos, Herendira había sonreído por primera vez en un buen tiempo.

00:06:10 - Herendiras lo había querido tanto y con tanta verdad que lo volvió a querer por mitad de su precio, mientras la abuela deliraba dormida y lo siguió queriendo y queriendo sin dinero hasta el amanecer.

00:06:24 - Luego de un tiempo, Ulises y Herendia se reincuentran.

00:06:28 - Charlando, luego de un alegre y amoroso reincuentro, Herendia pregunta sin un quebranto mínimo en la voz.

00:06:35 - ¿Te atreverías a matarla?

00:06:38 - Tomado de sorpresa, Ulises no supo que contestar.

00:06:41 - ¿Quién sale?

00:06:43 - ¿Tú te atreeras?

00:06:45 - Yo no puedo.

00:06:46 - Ella es mi abuela.

00:06:48 - Ulises observó otra vez en el enorme cuerpo dormido, como midiendo su cantidad de vida y decidió.

00:06:55 - Por ti, soy capaz de todo.

00:06:58 - Ulises compró una libra de veneno para ratas, vertió aquella crema mortal dentro de un pastel que le había sacado su relleno origen. Después le puso encima una crema más densa componiéndolo con una cuchara hasta que no quedó ningún rastro de la maniobra siniestra y completó el engaño con 72 velitas rosadas.

00:07:18 - Cuando lo vio entrar en la carapá con el pastel de fiesta...

00:07:22 - ¡Descarado! ¿Cómo te atreves a poner los pies en esta casa?

00:07:26 - Yo solamente vine a pedirle perdón hoy en su cumpleaños.

00:07:30 - Desarmada por su mentira acertera, la abuela hizo poner la mesa como para una cena de bodas, sentó a Ulyssas a su diestra.

00:07:38 - Después de apagar las velas con un sopla arrasador, cortó el pastel en partes iguales.

00:07:44 - Un hombre que sabe hacerse perdonar tiene ganado la mitad del cielo.

00:07:47 - Te dejo el primer pedazo que es el de la felicidad.

00:07:54 - La abuela se comió sola todo el resto del pastel.

00:07:57 - Se metía los pedazos enteros en la boca y se los trababa sin masticar, himiendo de gozo y mirando blices desde el limbo de su placer.

00:08:06 - Cuando no hubo más en su plato se comió también el de blices, había desperdiciado.

00:08:11 - Mientras masticaba, el último trozo recogía con los dedos y se metía a la boca las migajas del mantel.

00:08:17 - Había comido arsénico como para exterminar a una generación de ratas.

00:08:21 - Sin embargo, tocó el piano y cantó hasta la medianoche.

00:08:24 - Se acostó feliz y consiguió un sueño natural.

00:08:29 - Al día siguiente, Heréndira se encontraba aterrada y muy sorprendida.

00:08:35 - El único cambio notable fue un principio de desorden en las normas cotidianas.

00:08:40 - Heréndira empezó a peinarla, pero al pasar el peine de desenredar, se quedó entre los dientes un mazo de cabellos.

00:08:47 - Se le mostró asustada a su abuela, ella lo examinó, trató de arrancarse otro mechón con los dedos.

00:08:53 - Lo tiró al suelo y probó otra vez. Entonces, empezó a arrancarse el cabello con las dos manos, muerta de risa, arrojándolos puñados en el aire con gubilo, incomprensible, hasta que la cabeza le quedó como un coco pelado.

00:09:08 - Heréndira no volvió a tener noticias de Ulysses hasta dos semanas más tarde cuando percibió fuera de la tarpa el reclamo de la lechucha. La abuela había empezado a tocar el piano y estaba tan absorta en su nostalgia que no se daba cuenta de nada. Tenían la cabeza una peluca de punos radiantes. Heréndira acudió el llamado y, solo entonces, descubrió la mecha de detonante que salía de la caja del piano. Corrió hacia donde estaba y se escondió junto a él entre los arbustos.

00:09:43 - La tienda se iluminó por dentro, estalló en silencio, y desapareció en una tormenta de humo de polvoramojada.

00:09:50 - Cuando Herendira se atrevió a entrar, creyendo que la abuela estaba muerta, le encontró con una peluca chamuscada, con una camisa de piltrafas, pero más viva que nunca, tratando de sofocar el fuego con una manta.

00:10:03 - Parece cosa del maligno, los pianos no estallan por casualidad.

00:10:08 - Dios te oiga, porque estamos otra vez como al principio, hay que empezar de nuevo.

00:10:14 - Erendira nos alteró, salió de la carpa con el platón de las compresas, bajo el cobertizo de las palmas que servía de cocina cuando vio aparecer los ojos dulices detrás del fogón.

00:10:25 - No se sorprendió, sino que le dijo con una bote cansancio.

00:10:29 - Lo único que has hecho es aumentar mi la deuda.

00:10:32 - Ulises permaneció inmóvil, al cabo de un momento los ojos se movieron revisando las cosas de la cocina.

00:10:38 - El cuchillo de desatar, Ulises se incorporó, siempre sin decir nada, y escogó el cuchillo.

00:10:45 - Ten cuidado que ya tuvo un aviso de la muerte, soñó con un pavo real en una maca blanca.

00:10:51 - La abuela vio entrar a Ulises con el cuchillo y haciendo un supremo esfuerzo se incorporó corporó sin ayuda del báculo y levantó los brazos.

00:10:59 - ¡Muchacho, te volviste loco!

00:11:02 - Polices le saltó encima y le dio una cuchillada certera en el pecho desnudo. La abuela se le echó encima y trató de estrangularlo con sus potentes brazos de oso.

00:11:12 - ¡Hijo de puta! Demasiado tarde me di cuenta que tienes cara de ángel traidor.

00:11:17 - No pudo decir más nada porque Polices logró liberar la mano con el cuchillo y le asestó una segunda cuchillada en el costado.

00:11:25 - Un chorro de sangre esculzada, alta presión les alpicó la cara.

00:11:29 - Era de sangre oleosa, brillante y verde, igual que la miel de menta.

00:11:34 - Heréndira apareció en la entrada con el platón en la mano y observó la lucha con una impadidez criminal.

00:11:41 - Ulises logró liberar otra vez el brazo armado.

00:11:45 - Abrió un trajo en el vientre y la explosión de sangre lo empapó de verde hasta los pies.

00:11:50 - La abuela trató de alcanzar el aire, ya que le hacía falta para vivir.

00:11:55 - Herendira se convenció que la vieja estaba muerta.

00:11:59 - Inmediatamente, con movimientos rápidos, agarró el chaleco de oro y salió de la carpa.

00:12:05 - Ulises, agotado por la lucha, intentaba limpiarse, pero entre más intentaba, más encesiva.

00:12:12 - Cuando vio salir Herendira, tomó conciencia de su estado.

00:12:15 - La llamó a gritos, pero no recibió ninguna respuesta.

00:12:18 - Erendira empezaba a correr por la orilla del mar en dirección opuesta a la ciudad.

00:12:24 - Entonces hizo un último esfuerzo para perseguirla, llamándola con unos gritos de guerrados.

00:12:30 - Pero lo venció el terrible agotamiento de haber matado a una mujer sin ayuda de nadie.

00:12:35 - Los índios de la abuela alcanzaron tirado boca abajo en la playa, llorando de soledad y de miedo.

00:12:41 - Erendira no lo había oído, iba corriendo contra el viento y ningún agoto de este mundo la podía detener.

00:12:47 - Pasó corriendo sin volver la cabeza por el vapor ardiente de los charcos del salíter, corriendo con el chaleco de oro más allá de los vientos ardidos y los atardeceres de nunca acabar, y jamás se volvió a tener la menor noticia de ella, ni se encontró el vestigo más infinito de su desgracia.

00:13:05 - La increíble y triste historia de la cándida heréndira y de su abuela desalmada es una novela corta o un cuento largo escrito por Gabriel García Márquez en 1972 y publicado por primera vez en 1974, en la que trata como tema principal la explotación infantil a través de la prostitución para ser más específicos en el Caribe Sudamericano. También se puede interpretar como una metáfora de Márquez entre la explotación de los países menos desarrollados por parte de países desarrollados. Como dato curioso, en la la novena cumbre de Gabriel García Marquez 100 años de soledad, Heréndira y su abuela pasan por Macondo, acompañada de Francisco. El hombre y la muchacha tienen un encuentro con el joven Aureliano Buendía.

Presnetado por: Laura Sofia Cabas

                              Ana Sofia Pino 

                              Mariana Salazar 

                              Salma Isabella Yaruro 

-Eréndira: (Se escuchan sonidos de Eréndira lavando los trastes).

-Abuela: ¡ERENDIRA! ¡Toda la ropa esta arrugada por tu culpa, plánchala! NO ME SIRVES EN ABSOLUTO! AL MENOS DEJA BRILLANDO LA CASA. *La abofetea*

(Sonido de abofeteada)

-Eréndira: Si señora, ya mismo.

-Abuela: ¡DEJA DE HABLAR Y SIRVE DE ALGO! ¡MALDITA SEAS!

(Sonidos de noche)

-Abuela: ERENDIRA! mañana lavas la alfombra que tiene sin ver la luz desde los tiempos del ruido, prende el candelabro y te vas a dormir.

(Sonidos de Eréndira prendiendo el candelabro)

-Narrador: Debido a la fuerte brisa de la oscura y sombría noche, el candelabro cae, provocando el incendio de toda la casa.

(sonidos de incendio)

(Salen corriendo de la casa, sonido)

-Abuela: Mi pobre niña *suspiro* no te alcanzara ni la vida para pagarme este percance.

-Narrador: Ese mismo día la llevo con el tendero del pueblo entre una fuerte lluvia.

(Sonidos de lluvia)

-Abuela: ¿Cuánto me das por ella?

-Tendero: Lo mejor que te puedo dar son 220 pesos, aunque no da la talla para lo que te daré.

Eréndira: Por favor no me hagas nada, abuela no me dejes aquí, te lo ruego.

-Narrador: Irina no muy contenta con la respuesta acepta procediendo a que el tendero se la llevara a un sucio cobertizo.  

-Narrador: Luego de constantes suplicas y resistencia por parte de Eréndira El viudo le contesta sin voz, torciéndole el brazo, arrastrándola hacia la hamaca, ella puso resistencia arañándole la cara, el tendero le responde con una abofeteada, arrastrándola del cabello, inmovilizándola y Eréndira sucumbida al terror y dolor.

(Sonidos de sufrimiento) (Sonido de una abofeteada)

-Narrador: Luego de un tiempo sin que ningún hombre pagara por el amor de Eréndira la vieja se la lleva en un camión de carga hacia los rumbos del contra bando.

(Sonidos de camión)                               

-Narrador: La abuela al estar sin peso alguno, pago el transporte de los muebles con amores de 20 pesos por parte de Irina.

-Narrador: Al llegar luego de que los conductores bajaran toda la carga:

-Conductor: Son 50 pesos por bajar toda esta basura.

-Abuela: Trátalos con amor que es lo único con valor que me queda además ya su esclavo se pagó por la derecha.

-Narrador: El carguero muy seguro de sí mismo le dice a la abuela.

-Conductor: Eréndira se va conmigo, si usted no ordena otra cosa, es con buenas intenciones.

-Eréndira: Interviene asustada: ¡yo no he dicho nada!

-Conductor: Lo digo yo que fue mi idea.

-Narrador: La abuela lo examina de pies a cabeza con una mirada aterradora, tratando de calcular el valor de sus agallas.

-Abuela: Por mí no hay inconveniente, si me pagas todo lo que perdí con su descuido más lo que ya pagué sería poco más de 800mil pesos.

-Conductor: Si los tuviera se los daría, la niña los vale.

(Sonidos de camión alejándose)

-Narrador: Al encontrarse ya en un pueblo, poco más grande, pero con calles solitarias, la abuela tenía pensado ir en busca de desalmados que le ayudarían a que Eréndira pagara su deuda.

-Narrador: Al día siguiente luego de dormir en pésimas condiciones, pero no menos cómodas, la abuela desalmada arreglo a Eréndira.

-Abuela: Te ves horrorosa.

-Narrador: Irina se las arreglo de alguna manera para correr la voz acerca de la prostitución de Eréndira.

(Sonidos de murmullos)

-Narrador: Eréndira cansada de caminar bajo un terrible sol mientras la abuela se encontraba improvisada sobre un burro, detrás de ellas caminaban 4 indios de carga con pedazos del pobre campamento mientras un fotógrafo más atrás perseguía la caravana.

(Sonidos de un burro) (Sonidos de fotografía)

-Narrador: Transcurridos 6 meses del incendio, el negocio de la abuela desalmada iba mejorando, pues mucho mejor de lo que le iría con el tendero.

(Sonidos de mañana)

-Narrador: la abuela levanta a Eréndira de un jalón de cabello.

-Abuela: ¡Levántate ya! Tienes que limpiar la casa que pronto vienen los clientes.

-Eréndira: Auch; Si señora ya voy.

-Narrador: Luego de una limpieza exhaustiva, al poco tiempo de abrir llego un cliente, ofreciendo poco más dinero de lo normal.

(Sonido de un timbre)

-Abuela: Ve a prepararte llego tu primer amor del día.

-Cliente: Toma la plata, ¿dónde está ella?

-Abuela: Dame 50 más, ella está arriba.

-Cliente: ¡hombre, lo tendrá de oro! Está bien.

(Sonidos de persona subiendo escaleras)

-Cliente: Quítate la ropa, no estoy para perder mi tiempo.

-Narrador: Transcurrido un día lleno de clientes; Por la noche, Ulises, un adolescente hijo de un granjero holandés dispuesto a entrar a la casa. 

-Abuela: No hijo, tú no entras ni con todo el oro del mundo

-Narrador: La abuela muy astuta permitió entrar al militar atrás del niño aunque este inmediatamente salió ya que Eréndira salió del pequeño espacio sollozando  diciendo:

-Eréndira: Abuela, me estoy muriendo.

(Sonidos de sollozos)

-Abuela: Ya no faltan más de 10 militares.

-Narrador: Eréndira rompió a llorar con unos chillidos de animal azorado. La abuela supo entonces que había traspuesto los límites del horror, y acariciándole la cabeza la ayudó a calmarse e inmediatamente cerró el negocio.

-Narrador: Se disponía a volver a la tienda cuando vio a Ulises de cuerpo entero, solo, en el espacio vacío y oscuro donde antes estuvo la fila de hombres. Tenía un aura irreal y parecía visible en la penumbra por el fulgor propio de su belleza.

-Abuela: ¿y tú, que esperas para irte?

-Narrador: poco más tarde Ulises decidió volver al lugar, asomándose y viendo a Eréndira secándose el cabello ya lista para dormir.

-Erendira: Quién eres? *con voz baja*

-Ulises:  Me llamo Ulises,  Traigo dinero.

-Ulises: Estaba loco por verte, todo el mundo dice que eres muy bella, y es verdad.

-Erendira: Pero me voy a morir.

-Narrador: Luego de una charla entre ellos erendira había sonreído por primera vez luego de un buen tiempo. Eréndira lo había querido tanto, y con tanta verdad, que lo volvió a querer por la mitad de su precio mientras la abuela deliraba dormida, y lo siguió queriendo sin dinero hasta el amanecer.

-Narrador: luego de un tiempo, Ulises y Erendira se encuentran. charlando luego de un alegre y amoroso reencuentro, Eréndira pregunta sin un quebranto mínimo en la voz:

-Erendira: ¿Te atreverías a matarla?

-Narrador: Tomado de sorpresa, Ulises no supo qué contestar.

-Ulises: Quién sabe, ¿Tú te atreves?

-Erendira: Yo no pueda, porque es mi abuela.

-Narrador: Ulises observó otra vez el enorme cuerpo dormido, como midiendo su cantidad de vida, y decidió:

-Ulises: Por ti soy capaz de todo.

-Narrador: Ulises compró una libra de veneno para ratas, vertió aquella crema mortal dentro de un pastel al que le había sacado su relleno de origen. Después le puso encima una crema más densa, componiéndolo con una cuchara hasta que no quedó ningún rastro de la maniobra siniestra y completó el engaño con setenta y dos velitas rosadas.

-Narrador: cuando lo vio entrar en la carpa con el pastel de fiesta:

-Abuela: Descarado! ¡Cómo te atreves a poner los pies en esta casa!

-Ulises: Vengo a pedirle perdón, hoy día de su cumpleaños.

-Narrador: Desarmada por su mentira certera, la abuela hizo poner la mesa como para una cena de bodas. Sentó a Ulises a su diestra; Después de apagar las velas con un soplo arrasador cortó el pastel en partes iguales.

-Abuela: Un hombre que sabe hacerse perdonar tiene ganada la mitad del cielo, te dejo el primer pedazo que es el de la felicidad.

-Ulises: No me gusta el dulce, buen probecho.

-Narrador: La abuela se comió sola todo el resto. Se metía los pedazos enteros en la boca y se los tragaba sin masticar, gimiendo de gozo, y mirando a Ulises desde el limbo de su placer. Cuando no hubo más en su plato se comió  también el que Ulises había despreciado. Mientras masticaba el último trozo, recogía con los dedos y se metía en la boca las migajas del mantel. Había comido arsénico como para exterminar una generación de ratas. Sin embargo, tocó el piano y cantó hasta la media noche, se acostó feliz, y consiguió un sueño natural. El único signo nuevo fue un rastro pedregoso en su respiración.

(sonidos de mañana)

-Narrador: Al dia siguiente, Erendira se encontraba aterrada y muy sorprendida.

-Abuela: Dios te salve, hija. *con una voz muy tranquila*

-Narrador: El único cambio notable fue un principio de desorden en las normas cotidianas.

-Narrador: Eréndira empezó a peinarla, pero al pasar el peine de desenredar se quedó entre los dientes un mazo de cabellos. Se lo mostró asustada a la abuela. Ella lo examinó, trató de arrancarse otro mechón con los dedos, Lo tiró al suelo y probó otra vez, Entonces empezó a arrancarse el cabello con las dos manos, muerta de risa, arrojando los puñados en el aire con un júbilo incomprensible, hasta que la cabeza le quedó como un coco pelado.

-Narrador: Eréndira no volvió a tener noticias de Ulises hasta dos semanas más tarde, cuando percibió fuera de la carpa el reclamo de la lechuza (sonidos de lechuza). La abuela había empezado a tocar el piano (sonidos de piano), y estaba tan absorta en su nostalgia que no se daba cuenta de la nada. Tenía en la cabeza una peluca de plumas radiantes. Eréndira acudió al llamado y sólo entonces descubrió la mecha de detonante que salía de la caja del piano. Corrió hacia donde estaba Ulises, se escondió junto a él entre los arbustos

 -Ulises: Tápate los oídos.

(sonido de un mechero)

(sonido de explosion)  

-Narrador: La tienda se iluminó por dentro con una deflagración radiante, estalló en silencio, y desapareció en una tromba de humo de pólvora mojada. Cuando Eréndira se atrevió a entrar, creyendo que la abuela estaba muerta, la encontró con la peluca chamuscada y la camisa en piltrafas, pero más viva que nunca, tratando de sofocar el fuego con una manta.

-Abuela: Parece cosa del maligno. Los pianos no estallan por casualidad.

-Abuela: Dios te oiga -dijo la abuela-, porque estamos otra vez como al principio. Hay que empezar de nuevo.

-Narrador: Eréndira no se alteró. Salió de la carpa con el platón de las compresas, bajo el cobertizo de palmas que servía de cocina, cuando vio aparecer los Ojos de Ulises por detrás del fogón. No se sorprendió, sino que le dijo con una voz de cansancio:

-Erendira: Lo único que has conseguido es aumentarme la deuda.

-Narrador: Ulises Permaneció inmóvil, Al cabo de un momento, los ojos se movieron, revisaron las cosas de la cocina, el cuchillo de destazar. Ulises se incorporó, siempre sin decir nada y descolgó el cuchillo.

-Erendira: Ten cuidado, que ya tuvo un aviso de la muerte. Soñó con un pavorreal en una hamaca blanca.

-Narrador: La abuela vio entrar a Ulises con el cuchillo, y haciendo un supremo esfuerzo se incorporó sin ayuda del báculo y levantó los brazos.

-Abuela: ¡Muchacho! Te volviste loco.

-Narrador: Ulises le saltó encima y le dio una cuchillada certera en el pecho desnudo. La abuela se le echó encima y trató de estrangularlo con sus potentes brazos de oso.

-Abuela: ¡Hijo de puta!Demasiado tarde me doy cuenta que tienes cara de ángel traidor.

-Narrador: No pudo decir nada más porque Ulises logró liberar la mano con el cuchillo y le asestó una segunda cuchillada en el costado.

-Narrador: un chorro de sangre expulsada a alta presión le salpicó   la cara: era una sangre oleosa, brillante y verde, igual que la miel de menta.Eréndira apareció en la entrada con el platón en la mano, y observó la lucha con una impavidez criminal.

-Narrador: Ulises logró liberar otra vez el brazo armado, abrió un tajo en el vientre, y una explosión de sangre lo empapó de verde hasta los pies. La abuela trató de alcanzar el aire que ya le hacía falta para vivir, y se derrumbó de bruces.

-Narrador: Erendira se convencio de que la vieja estaba muerta, inmediatamente, con movimientos rapidos agarro el chaleco de oro y salió de la carpa.

-Narrador: Ulises agotado por la lucha, intentaba limpiarse, pero entre mas intentaba mas se ensuciaba.

-Narrador: Sólo cuando vio salir a Eréndira tomó conciencia de su estado. La llamó a gritos, pero no recibió ninguna respuesta. Eréndira empezaba a correr por la orilla del mar en dirección opuesta a la de la ciudad. Entonces hizo un último esfuerzo para perseguirla, llamándola con unos gritos desgarrados.

(sonidos de grito desgarrador)

-Narrador: pero lo venció el terrible agotamiento de haber matado  a una mujer sin ayuda de nadie. Los indios de la abuela lo alcanzaron tirado boca bajo en la playa, llorando de soledad y de miedo.

-Narrador: Los indios de la abuela lo alcanzaron tirado boca bajo en la playa, llorando de soledad y de miedo. Eréndira no lo había oído. Iba corriendo contra el viento y ninguna voz de este mundo la podía detener. Pasó corriendo sin volver la cabeza por el vapor ardiente de los charcos de salitre, corriendo con el chaleco de oro más allá de los vientos áridos y los atardeceres de nunca acabar, y jamás se volvió a tener la menor noticia de ella ni se encontró el vestigio más ínfimo de su desgracia.

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