Episodio 33: Una crítica a la milla extra y a ponerse la 10
Música: Camilo Monery
Hola, mi nombre es Andrés Novoa y esto es KWX Kuwoxati podcast
Les doy la bienvenida al episodio 33
Una crítica a la milla extra y a ponerse la 10
Preludio
Es muy normal que en los trabajos, se hable de dar la milla extra o de ponerse la 10. ¿Qué significa eso en realidad? Es una forma de exprimir a las personas con el fin de que se queden más tiempo del que deben cumplir con el pretexto de que se hace todo por la empresa. Dar la milla extra está catalogada como una frase muy normal en entornos laborales, es como si el trabajador por el simple hecho de hacer parte de una organización, deba sacrificar su vida personal al servicio de la explotación laboral. Ya bastante tenemos con horas perdidas en el tráfico de nuestras ciudades para llegar a nuestros lugares de trabajo, para que ahora, sin más, los que se creen “buenos jefes” condicionen el rendimiento de una persona por horarios por fuera de lo estipulado en un contrato, y sin derecho al pago de horas extras. El pago es pizza o pollo, y el costo real para el trabajador, es el sacrificio de su vida personal por tratar de quedar bien con el dueño del balón. A esta le sumamos, ponerse la 10, malentendida como darlo todo, aguantar malos tratos, hacer muchas más cosas de aquellas para las que fue contratado y simplemente aguantar a lo que de lugar. Por eso, estoy en contra de estas frases, y exhorto a todos los que me escuchan a hacer valer sus derechos como trabajadores.
Puntos de fuga
Hace poco, en mi búsqueda matutina de noticias, me encontré con un concepto que llamó tremendamente mi atención: La renuncia silenciosa. Este concepto, aunque mal bautizado para mí, es el llamado de un grupo de personas a entender que el trabajo no es esclavitud, y que la cantidad de prácticas que se han implementado a lo largo del tiempo en las organizaciones, solo han popularizado el sobreesfuerzo no remunerado de las personas por encima de su bienestar personal, de su tiempo, y de su propia vida. Este sistema de valoración de los jefes a sus empleados, está repercutiendo en las nuevas generaciones que están resignadas, se juega con la necesidad de las personas, se cree que por pagar un sueldo, son dueños de la vida, y es al revés, hay un contrato laboral, que especifica para que se es contratado, y que las empresas deberían respetar.
Esto también es un llamado a todas las personas para que diferencien a un jefe de un buen líder. El jefe tratará de pasar encima de sus empleados, de ejercer el poder por la posición que tiene, sin importar la vida de los demás. Juega con el tiempo de los demás, en su gran mayoría espera venias de la gente, y con seguridad es quien establece estas prácticas esclavistas donde impone su jerarquía y amenaza para que el trabajador simplemente deba ceder. Por el otro lado está el líder, aquella persona que conoce a sus equipos de trabajo, que sabe gestionar los talentos, que entiende la importancia de separar la vida laboral de la vida personal, que establece cronogramas claros y objetivos y que sabe que el mundo no se va a acabar si el trabajador maneja su tiempo y puede vivir tranquilo. Hay que reconocerlos.
La cultura del exceso de trabajo, debe desmontarse, lo mismo que la cultura de celador de los jefes o los mandos medios. Estos dos tipos de cultura, han estado mediados por mitos que se han establecido desde las organizaciones, el del progreso por ejemplo, en el que solo pueden ascender aquellos que se queden hasta tarde, que den la milla extra, o que se pongan la 10, y que los demás están destinados a seguir en la misma posición. No se han dado cuenta que por eso las personas no duran en los trabajos, las personas se queman, y se cansan de aguantar sin razón. Piden esfuerzos momentáneos para superar alguna crisis que se convierten en esfuerzos permanentes y acusan constantemente la falta de compromiso de los trabajadores. Hasta donde hemos llegado, que creemos que trabajar es vivir. Es al revés totalmente, el trabajo se debe separar de la vida personal, donde toda persona pueda desconectarse de lo que pasa en una oficina, para conectarse con su propia vida, con su familia, con sus amigos o parejas, que pueda vivir tranquilo. Nadie va a comprar la felicidad con un sueldo.
La escala de valores que se ha establecido para los trabajadores a lo largo del tiempo, ha sido un aparato que amenaza con los sueños, las ilusiones y el bienestar de las personas. Hoy en día, las personas viven llenas de estrés, ansiedad, depresión, angustia y no son felices, se levantan sin ganas para abordar un nuevo día y terminan afectando su salud mental y física por lo que viven en sus espacios laborales. Conozco muchas personas que ni siquiera tienen tiempo para almorzar o tomarse un café, porque tienen que cumplir con alguna tarea, o exigencia del jefe directo. Igualmente siento que en los trabajos terminan aburriendo a las personas, que asumen estas prácticas y no son tenidos en cuenta, no son promovidos, ni tienen oportunidades de crecimiento profesional, es lo que se ha llamado “despedir en silencio” que es la oposición de la renuncia silenciosa.
También está el jefe Workaholic que quiere que su equipo tenga la misma adicción sin importar si está de acuerdo o no. A esos jefes también hay que hacerles caer en cuenta de que su desgracia no debe ser la desgracia de los demás. Este no es un problema menor.
Se critica mucho la renuncia silenciosa, pero no es pereza por parte del trabajador, es la forma de hacer cumplir los contratos, de trabajar para lo que realmente se fue contratado, es una respuesta normal de las personas que tienen jefes abusivos, que tienen malos sueldos y al final que tienen trabajos de mierda. La pregunta es, ¿Por qué debo sacrificar mi vida por un trabajo que no valora ni lo que soy ni lo que hago? Recuerden que nadie es indispensable, que cada persona tiene su mundo y su vida, que el trabajo es tan solo una parte de vivir, pero no es vivir, que el bienestar es importante y que todos deberíamos tener una linda vida. Cambiemos la milla extra por la valoración del trabajador frente a objetivos, cambiemos el esfuerzo adicional que todos debemos tener por salarios justos dentro de horarios coherentes, cambiemos una pizza por fuera de horario para intentar compensar ese esfuerzo adicional con pago de horas extras cuando sea necesario, cambiemos el concepto de ponerse la 10 en detrimento del bienestar y la vida personal y que el ponerse la 10 sea en compartir con la familia, en ir a cine, en salir, en vivir, en intentar ser feliz.
Reflexiones finales.
Porque no empezamos por elegir buenos líderes, personas que jalonen, que sepan de sus empleados, que gestionen talentos, que incorporen buen trato, horarios justos, valoraciones coherentes y que entiendan que el trabajo no debería trasladarse a otros escenarios.
Como trabajadores, también necesitamos exigir respeto, hacer cumplir los contratos laborales, y luchar por un trato digno y rechazando la cultura del exceso de trabajo. Todos podemos aportar en la medida de nuestros conocimientos optimizando nuestros tiempos. Si los jefes no saben cómo manejar sus tiempos, o creen que por jerarquía no deben respetar a los demás, es problema de ellos.
La renuncia silenciosa es la petición a gritos de una generación que no quiere un sobreesfuerzo no remunerado. Basta ya de condiciones laborales desastrosas, basta ya de la milla extra o de ponerse la 10.
Tal vez sea hora de que se replantee de manera clara y razonable la explotación laboral a la cuál nos han sometido por muchos años las organizaciones. Un replanteamiento implica no tomarse tan en serio el trabajo, recordando que tan solo es un trabajo, que hacemos algo por lo que se nos paga y que no somos indispensables.
El agotamiento de estos conceptos es igual al agotamiento de las personas en los trabajos. El deterioro de la salud física y mental, no valen la pena por tener una seguridad de dinero mes a mes. Esto no implica no trabajar, esto implica repensar el concepto trabajo, bajar un cambio y separar lo laboral de la vida personal.
Si es adicto al trabajo, bájele un cambio. A veces hay que tratar eso, un profesional de la salud mental le puede dar una mano. Y de una vez le recomienda a su jefe que también puede necesitar ayuda.
De que sirve vivir para el fin de semana (y en muchas oportunidades ni eso), o vivir mirando el reloj esperando a que se cumpla el tiempo para intentar dormir, de que sirve saber a que hora entro pero no saber a que hora salgo, si mi valor como persona no lo define un trabajo.
Con estas reflexiones hemos terminado este nuevo episodio. Los invito a estar en contra de la milla extra o de ponerse la 10 en entornos laborales. Hay que replantear el concepto de trabajo y las prácticas laborales, hay que exigir buenos líderes y definitivamente hay que tener buenas vidas. O por lo menos intentarlo. Hagan valer sus derechos como trabajadores, apenas salgan de la oficina, desconéctense y vivan como sea que les guste vivir. Síganme en @camaleonenojado en Instagram, en @AndrésNovoa en Facebook, escríbame a [email protected], suscribánse a los canales en Spotify, en google podcast, en Apple podcast o en podnation. Buena energía y buenas reflexiones para todos.