Episodio 42: Filosofía: cinco minutos en dial 42
00:00:00 - Mi sistema de publicación, dando a nuestras ideas y observaciones esa tan natural oportunidad de expresarse, evita que algunas se alarguen y artificialicen y que otras se pierdan. Como autores de Trabajos de Filosofía, muchas veces se ha reflexionado sobre estas palabras de Carlos Vasferraira, el gran maestro uruguayo de principios de siglo XX. Así justificaba en 1940 la publicación de un libro conteniendo pensamientos inconclusos, ideas, esbosos a los que tituló Fermentario. Nada más opuesto al estilo académico que ese conjunto heterogéneo de pensamientos que ni siquiera puede aspirar a la categoría de ensayo como que tampoco es un flor y lejo de aforismos al estilo de la sabiduría oriental. No, es un libro único que todo aspirante a filósofo profesional debería leer periódicamente como un recurso de desintoxicación intelectual.
00:01:13 - Baso de Reira propone que todo aquel que haya pensado algo, aunque sea inconcluso y provisorio, puede y debe darlo a conocer por qué esos fermentos de pensamientos son útiles, quizá más útiles a la postre que los sistemas terminados artificialmente. Era denunciado como negativa e inútil una tendencia que todos hemos visto por Doquier y cuya tentación quizá nos hizo sucumbir, tendencia a mezclar lo espontáneo del pensamiento creativo con la necesidad de sistematizar, elaborar una teoría final, demostrar erudición, de discutir, aunque no nos viniera inicialmente al caso, con algún autor importante del pasado o del presente, porque eso es lo que queda bien, lo académicamente correcto. Cermontario es un conjunto de pálpitos filosóficos. Un reclamo para un filosofar de dimensiones más amplias, más comunicativas que el pensamiento sistemático y académico, pero dejando bien en claro que eso es también filosofía y filosofía de primera, de primerísima clase como que es la más auténtica posible, la que no ha sufrido todavía ninguna contaminación ni adherencia expugiría. Según esta propuesta, el filósofo debe en primer lugar sincerarse ante el pastel y trasladar a la escritura todo lo que pasa por su mente sin rubores intelectuales. Este estado mental, este psiqueo, como le llamo a Vaz, es el humus a partir del cual surgirán pensamientos completos válidos o no surgirán pensamientos en absolutos sino remedios, caricaturas, copias, inutilidades.
00:03:10 - Bésez Reyra se atreve a proponer al filósofo pensante, no al simplemente parlante o escribiente de ideas ajenas, que comunique sus pensamientos inconclusos, las ideas para libros que quizá no llegará a escribir, porque otros pueden hacerlo en beneficio de todos y, hasta las dudas, los modos de no entender, como una forma de gimnasia intelectual y moral.
00:03:37 - Este proceder, además de la satisfacción personal en el plano ético que acabo de mencionar, implica para vas un rédito incomparablemente mayor que las moliscas o críticas que puedan recibirse.
00:03:52 - Permite no morirse con tantas cosas dentro, según sus textuales palabras.
cuantos pensamientos valiosos, pero no acabados, habrán muerto con sus portadores por el prulito de la perfección.00:04:09 - Esa dilapidación del caudal intelectual, le parece a Vaz casi un pecado contra el espíritu, que sople donde quiera y como quiera y preferentemente en las páginas incompletas, pensas, prístinas y fecundas de un fermentario.