Episodio 32: Filosofía: cinco minutos en dial 32
00:00:00 - El hombre es la medida de todas las cosas, de las que son en cuanto son y de las que no son en cuanto no son.
00:00:17 - Si hay una frase filosófica celebérrima, es ésta. La pronunció el sofista Protágoras hace ya 2.500 años y lejos de haber envejecido parece cada vez dotada de mayor actualidad. Sin embargo, esta frase que resumen la teoría central de protágoras, la del hombre medida de todo, raramente fue citada con el ojo o a que esencia. No solo porque durante muchos siglos del antropocentrismo no fue bien visto.
00:00:57 - Quizá la causa más seria de este menosprecio a protágoras haya sido el desprestigio filosófico de toda la sofística, desprestigio debido a Sócrates y sobre todo a Platón, desde que Platón pintó a los sofistas con las tintas más negras, lo llamó mercaderes de saber, falsos, embaucadores, privos, escandalosos, la sofística ha pasado a ser la contracara oscura de la filosofía. Platón, sin duda, tenía sus motivos para denigrarlos, hoy lo comprendemos. Ellos, con su acerva e incisiva y permanente crítica ponían en cuestión los fundamentos aparentemente más sólidos de todo saber universal y apodíctico o que al menos pretendiera hacer eso. Hoy estamos aprendiendo a revalorarla sofística. Por ejemplo, sabemos que constituyó un hito fundamental en el desarrollo de la epistemología, la lógica, la entropología, la filosofía política de la historia y de la cultura. Más aún, escuelas odiernas tan importantes como el neopositivismo, la filosofía analítica y hasta algunos posmodernos no han hecho en definitiva sino replantear y reformular las tesis esenciales de los sofistas. Estamos, pues, en condiciones más adecuadas para reinterpretar el sentido de la famosísima frase del sofista de Abdera.
00:02:37 - Desde que comenzaron a proliferar las investigaciones sobre estos filósofos, a mediados del siglo XIX, se han dado diversas interpretaciones de ello.
es difícil reconstruir un pensamiento disperso en unas pocasitas recogidas fuera de contexto.00:03:02 - Y por escritores, a veces muy posteriores. Sabemos, por sexo empírico, que Protágoras encabezó con estas palabras sus discursos de moledores, libros suyo que originalmente se llamaba la verdad. Estos indicios nos saben una pista. Sin duda, la frase resume una teoría sobre el ser y el conocimiento. Puede querer decir, por ejemplo, que sólo conocemos a la manera humana ilimitada y relativamente, o que sólo el hombre a lo que parece se plantea el tema existencia. O que el hombre organiza el mundo en torno suyo, expresando cualquier realidad con categorías más o menos antropomórficas, etcétera, etcétera. Pienso que estas interpretaciones no son excluyentes, sino más bien complementarias y matices de una intuición originaria de más allá de la forma textual que él haya logrado darle y las reconstrucciones más o menos felices de los historiadores. Y es esa intuición la que hoy podemos compartir sin ambajes. Para nosotros, los hombres, todo gira alrededor nuestro y no puede ser de otro modo. Instalados en el mundo, lo construimos comunidad de sentido desde nuestra interioridad humana. Por eso el mundo, el ser, aún la naturaleza y las cosas que no alcanzamos son culturales para nosotros. Es decir, integran nuestro entorno de instalación humana de acuerdo a nuestro modo y acción de darle sentido. Dicho así, Protágoras pierde laura demoníaca que lo rodeó durante siglos y se transforma en un contemporáneo nuestro, casi un posmoderno que cuestiona la pretensión de hallar verdades absolutas que terminan siendo absolutismos humanos. ¿Qué mejor destino para quién proponía a sus ocientes abandonar las opiniones que fuese en perjudiciales? ¿De seguir su consejo? La filosofía seguirá contando con protagonistas.