Episodio 30: Filosofía: cinco minutos en dial 30
00:00:00 - Yo propongo un favor, saberse embarcado en la existencia.
00:00:12 - Algo mía la propuesta de nuestro compatriota, Ángel Vasallo, en las páginas iniciales de su elogio de la vigilia.
00:00:22 - Frase de junio, Cainjé de Iréano, como pocas, donde resuena la línea existencial que va desde la angustia de Kierkegaard al misterio de Marcelo, puntos todos que se presentan alguna vez a la mirada vigilante del auténtico filósofo.
00:00:39 - Existir es, para el filósofo basario, el máximo favor concebible porque es la situación de la más absoluta gratuidad e impotencia.
00:00:49 - Irónicamente nos dice, saberse embarcado en la existencia es saberse puesto a existir sin haber sido consultado, inexplicablemente. El acto de existir es anterior a todo lo que somos, incluyendo cualquiera de nuestras posibles cuestionamientos. Dar inexplicable y como inexpundable, el acto de existir como fundamento de todos los demás nos arroja al mundo con una carga, nosotros mismos, de la que nunca podremos librarnos, pues siempre seremos lo que somos o lo que hayamos sido cuando muramos. Esa situación primordial reflejada en el pavor filosófico de que nos habla Basayo, parece sin embargo una experiencia muy alejada de las experiencias existenciales concretas y cotidianas, a pesar de ser lo más íntimo, profundo y esencial de todas ellas.
00:01:50 - Los filósofas existenciales han llamado evasión a este distanciamiento de la experiencia primordial queriendo señalar con esa palabra no solamente el hecho en sí del alejamiento cotidiano de la problematicidad del ser, sino también una cierta tendencia, diríamos, pasatista incomprometida. Una evasión casi en sentido literalmente explícito. Pero el asunto es que tal evasión es una fantasía, algo imposible. No podemos evadirnos de la existencia como de una cárcel para ir a otro lugar. No hay otro lugar más que la existencia misma. Lo que sí podemos hacer es distraernos derecho de estar embarcados en existencia. Esta distracción es posible y es la actitud de la mayoría de los hombres y hasta de la mayor parte del tiempo de los hombres filósofos, lo que hacen cuando no filosofan. Pero al menos hay que vigilar, estar en vigilia como forma de acceder a una heroica sabiduría. ¿Cómo se logra esa vigilia?
00:02:58 - Es actitud vigilante, es la actitud filosófica misma. Hay quienes piensan o actúan como si pensarán que se logra aprendiendo y conociendo sistemas filosóficos, leyendo libros sobre el tema dejando volar la imaginación creadora. Otros, muchos más, consideran que ni vale la pena intentarlo, supuesto que alguna vez se lo hayan planteado. Simplemente se dejan vivir. Quizá sea ahí estar a raíz de toda frivolidad, como amenazaba Kierkegaard, la diversión que que me hace escapar inutilmente de la angustia.
00:03:36 - Mas hay yo dedicado algunas páginas ondas inúcidas al tema de la existencia.
00:03:43 - No solo como categoría filosófica, sino incluso y más como actitud del hombre pensante frente a la realidad pensada.
00:03:52 - Hace ya varias décadas, cuando la filosofía académica apenas emergida amenazaba con ahogar el pensar en la pura erudición académisista, que es otra forma de delitantismo, Basayo, desde su cátidara y su foro, se adelantó a denunciar la falsidad intelectual de quienes no se hacen cargo a fondo de lo que piensan. No sólo hay que hablar en abstracto del pavor existencial, para ser creíble, ese pensamiento debe ser encarnado y vivido en una actitud de extrema tensión, de vigilancia intelectual perpetua. No es fácil ser filósofo, así. Es mucho más fácil dictar algunos cursos y escribir algunos libros instalados en la comodidad del intercambio de ideas no profundamente asumidas. Pero esos, para Vasallo y para la filosofía, no son filósofos. ¿Cuántos filósofos nos quedan si eliminamos a los pseudo es una pregunta que no me atrevo a responder.