Episodio 19: Filosofía: cinco minutos en dial 19
solo en medio de nuestra vida volitiva misma comprendemos qué es la libertad, nunca mediante análisis estricto.
00:00:17 - La anunciación es un tanto paradojal y está puesta al comienzo de la obra titulada Metafísica de la Libertad de al comienzo de la obra titulada Metafísica de la Libertad de Max Scheller. Un libro dedicado precisamente a la reflexión y en análisis teóricos sobre el tema comienza con esta rotunda afirmación, constatando la existencia de una conciencia inmediata de la libertad.
00:00:46 - Esto es innegable. Todos experimentamos permanentemente la sensación, por así decir, de que estamos sobrando de un modo pudiendo hacerlo de otro. Tenemos conciencia de que decimos algo, pero que podríamos decir lo contrario, que hacemos algo y podríamos no hacerlo. Esta percepción de elección de nuestras acciones es la conciencia inmediata de la libertad de que habla
00:01:14 - Scheller. Si tal conciencia es universal e irrefutable, ¿cómo es que la libertad ha sido y es uno de esos problemas desesperantes de la filosofía? ¿No basta esta experiencia general del hombre para admitirla, aunque sea al menos en el nivel empírico y sin pretender definir acabadamente su esencia, causas y fundamentos? Parece que no. A lo largo de la historia del pensamiento, tropezamos a menudo con teorías negatorias, algunas muy fundamentadas y coherentes, tan coherentes que sus contrarias, a pesar de evidencia vivida, no logran refutarlas. En este caso no parece que el movimiento se demuestre caminando. Scheller en las líneas siguientes a la frase mencionada nos da una pista de la respuesta. Dice que la diferencia entre libertad y determinismo radica sobre todo en el punto de vista desde el cual miremos la cuestión. Si nos colocamos en el lugar del que quiere y del que actúa, del que debe decidir ante un problema vital, dramático, entonces parece inevitable que admitamos la libertad. Pero si nos colocamos en posición de observadores desde fuera con una pretendida objetividad, con distanciamiento, entonces podemos considerar que todo el proceso decisorio como un encadenamiento riguroso, como un devenir físico, causal y mecánico donde cada momento está prefigurado en la estructura del momento anterior. Y sucede que el filósofo, por una especie de inclinación natural, devocación a la comprensión profunda, tiende a ver la realidad en forma de totalidad ordenada. Parece que toda indeterminación es una especie de mácula ontológica porque de algún modo suscribe aquello de Einstein,
00:03:24 - Dios no juega los dados. Una natural reticencia frente al indeterminismo, el azar y la irracionalidad, produce resultado teórico de negar una evidencia vivida. La existencia argumentativa puede más, más, al menos en los textos, que las inclinaciones naturales, según las cuales no nos sentimos siempre ni totalmente determinados en nuestro obra.
00:03:53 - Jérera observado, con mucha agudeza, una especie de patología teórica que infisiona la discusión. Suele oponerse de terminismo en determinismo identificando este último con libertad. La negación de uno conduce lógicamente al rechazo de la otra. Pero libertad no es simplemente indeterminismo, no determinación, falta de comprensibilidad. Al contrario, en el fondo, para el hombre, la indeterminación propia interna, la escasa capacidad de darse su propia orientación vital, es signo de falta de auténtica libertad. Libre es el que puede comprometerse porque es dueño de sí. El que no puede comprometerse, determinarse en un sentido u otro, es el que al cabo termina siendo determinado por las circunstancias. La libertad no destruye ninguna confianza ni conduce al caos. Eje miedo metafísico al caos, dice Scheller, se traslada a la esfera humana y produce teorías antropológicas deterministas. Mala solución, sobre todo porque no garantiza tampoco la ansiada seguridad. Sin duda, sabernos libres es una gran responsabilidad individual y comunitaria, pero debemos asumirla para ser fieles a esa inclusión vital que nos acompañamos. Aunque no tengamos certeza del fundamento, porque tampoco el determinismo los libra de la angustia existencial de decidir y de saber que quienes están con nosotros podrían estar en contra. Ser libre es atreverse a arriesgar.