Episodio 5: Filosofía: cinco minutos en dial 6
00:00:00 - El arte tiene por objeto la representación del ideal, pero el ideal es lo absoluto mismo y lo absoluto es el espíritu. Así se expresó Hegel en la tercera parte de sus célebres lecciones de estética al iniciar la justificación de la División de las Artes. Para entenderlo en toda la profundidad de su sentido, hay que remitirse necesariamente a las ideas centrales del sistema hegeliano, cumbre del llamado idealismo alemán. Su construcción parte de la idea de lo absoluto, que para Hegel es la razón, no solo como forma de pensar, según decía
00:00:45 - Kant, sino como modo de ser de las cosas mismas. El mundo es pensamiento porque lo que constituye su unidad es la función unificante y totalizadora de la razón. Esta pretensión de Hegel tuvo muy pronto a ser vos contradictores y su sistema de estética fue abandonado en beneficio de estéticas más puntuales. No han faltado ni falta quienes lamentan esta atomización e añoran la vieja máquina Hegeliana que, si bien no era perfecta, parecía explicar mejor los complejos procesos de la creación artística que el conjunto caótico de las posteriores teorías parciales. Es cierto que en la rígida dialética materialista geeliana, toda la realidad histórico-cultural, el arte, la religión, quedaban como en un lecho de progusto. No daba suficiente cuenta de los matices individuales. Pero en su conjunto apuntaba algo que hoy es un valor incorporado en nuestra comprensión de la cultura. Que las creaciones humanas constituyen un proceso con cierta legalidad. Es decir, que no son masarosas sino relativas tanto a las condiciones individuales del creador como a las objetivas de su sociedad y su tiempo histórico. Hegel adelantó algo que hizo Célibre hace unas décadas a Hauser, la propuesta de estudiar el contexto social como requisito indispensable para la comprensión de una obra de arte. También Hegel adelantó, con su frustrado intento sistemático, la idea de la relación o interrelación de las artes que van pasando por sucesivos grados de espiritualidad, es decir, de inmaterialidad, arquitectura, escultura, pintura, música y poesía. Hay un progresivo pasaje de material concreto a lo inmaterial universal y por eso las artes próximas tienen algunos rasgos comunes. Diríamos, por ejemplo, que la música en uno de sus extremos se acerca a la pintura y por el otro se próxima a la poesía y no por accidente se habla de música descriptiva y abstracta.
00:02:47 - Hay dos aspectos de la creación artística real que ponen límites a la pretensión explicativa hegeliana y a cualquier estética general de las alas. Ninguna estética, ninguna reflexión sobre lo existente puede determinar con precisión el porvenir. No hay constantes absolutas como una gastronomía. Precisamente genio es aquel que salta las proyecciones direccionales establecidas por la estética o la crítica histórica. Pero en la misma de esta dimensión de la creatividad común, también tenemos siempre la posibilidad de lo inédito. Solo es verdaderamente artista, cualquiera sea el valor de reconocimiento a su obra, aquel que está plenamente convencido de esto. Tampoco la estética o la crítica pueden predecir el destino histórico de una obra en el momento de su aparición. Obras recibidas como geniales cayeron en el olvido y en otros casos la posteridad ha premiado postumamente a sus autores en medida impensada hasta por ellos mismos. Nadie puede proponarse ser un clásico de su arte. Ni la estética ni la crítica pueden lograrlo por sí mismas, aunque sin duda pueden ayudar a ello, legitimar desde sus parámetros un previo consenso social.
00:04:06 - Miguel Ángelo de Toven no son clásicos porque ellos lo quisieran o porque así lo previgiera la estética de su tiempo.
00:04:13 - Lo son porque, según un delicado mecanismo de mímises, han sido tomados como maestros por sus contemporáneos o sus excesores y sus criterios de creación fueron usados ampliamente por otros.
00:04:25 - Aquí también el espíritu es libre y por eso es absoluto, no condicionado, por eso todos tenemos en el fondo algo de artistas.