Episode 12: 1814- Carta de Belgrano a San Martín

de la regla reservada, con que deben gobernarse los cuerpos, inculcando con la del lado, con la del duelo. Me lo han preguntado varios de los que han sido los que han sido los que han sido los que han sido los que han sido los que han sido los que han sido los que han sido los que han sido los que han sido los que han sido los que han sido los que han sido los que han sido los

00:00:29 - Me lo han preguntado varios vecinos asombrados y a todos he contestado que ignoro aún disadiéndoles.

00:00:36 - Son muy respetables las preocupaciones de los pueblos y mucho más aquellas que se apoyan por poco que sea en cosa que huele a religión.

00:00:46 - Creo muy bien que usted tendrá esto presente y que arbitrará el medio de que no cunda esta disposición y particularmente de que no llegue la noticia de los pueblos del interior.

00:00:58 - La guerra allí no solo la debe hacer usted con las armas sino con la opinión, afianzándose siempre está en las virtudes murales, cristianas y religiosas, pues los enemigos nos las ha hecho llamando los herejes y solo por este medio han traído, hay atraído a las gentes bárbaras a las armas, manifestándole que atacábamos a la religión. ¿Acaso se reirá alguno de mi pensamiento, pero usted deje llevarse por las opiniones exóticas, ni de hombres que no conocen el país que piso. Además, por este medio consiguiera usted tener al ejército bien subordinado, pues él, a fin, se compone de hombres educados en la religión católica que profesamos y sus máximas no pueden ser más a propósito para el orden.

estoy cierto de que los pueblos del Perú no tienen una sola virtud y que la religión la reduce en exterioridades todas las clases hablo en general pues son tan celosos de esta que no cabe más y asegura usted que se vería muchos trabajos si notas en lo más mínimo en el ejército de los humanos que se opusiera a ella y a las excomuniones de los papas he dicho usted lo no lo sé, no lo sé, no lo sé, no lo sé, no lo sé, no lo sé, no lo sé, no lo sé, no lo sé, no lo sé, no lo sé, no lo sé, no lo sé, no lo sé, no lo sé, no lo sé, no lo sé, no lo sé, no lo sé, no lo sé, no lo sé, no lo sé, no lo sé, no lo sé, no lo sé, no lo sé, no lo sé, no lo sé, no lo sé, no lo sé, no lo sé, no lo sé, no lo sé, no lo sé, no lo sé, no lo sé, rían, los efectos los redelcirán a usted de la risa, de los mentecatos que ven las cosas por cima. Acuerdo a usted que es un general cristiano, apostólico romano. Sé de usted que en nada, ni aún en las conversaciones más triviales, se falte el respeto de cuando diga nuestra santa religión. Tenga presente no sólo a los generales del pueblo de Israel, sino a lo de los gentiles, y el gran Julio César, que jamás dejó de invocar a los dioses inmortales y por sus victorias en Roma se decretaban rogativas. Se lo dice usted, su verdadero y fiel amigo.