Febrero  23, 2021

Episodio 1: Creciendo en silencio

Historias de vida y de amor
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00:00:00 - Buenas tardes soy el intendente Guillermo Alberto Chacon Ruiz, ascrito a la Policía Metropolitana de Bogotá. Este es mi podcast titulado, mi otro yo.

00:00:23 - Me considero una persona tímida con algunos problemas o dificultades a la hora de relacionarme.

especialmente con personas del sexo opuesto más sin embargo una vez sea el diálogo o la oportunidad de hablar y relacionarnos ahí sale mi otro yo lo digo porque me resulta complicado poder abordar a una dama que me llame la atención en primera instancia por su físico y es que han sido contados con los dedos de las manos, las veces que logré hacerlo y para fortuna mía con muy buenos resultados.

00:01:03 - Remontándome a mis años de niñez no creo tener trauma alguno, que me ocasionara ese miedo a inseguridad, pero lo empecé a evidenciar inicialmente en el colegio cuando tenía que conversar con alguna niña y créame que no es un problema de identidad y género. Soy un fiel admirador de la belleza femenina. Me encanta la mujer por todo lo que es y cómo es. Sencillamente sentía miedo a ser rechazado o ridiculizado.

00:01:41 - Mi padre y mi madre cuando yo tenía alrededor de 12 años se preocuparon por esas conductas

00:01:46 - Más aún, por algunos comentarios de mis profesores, en los que decían que yo era un niño muy asilado, que en los descansos o recreos permanecía solo, sin juegos, sin amigos, deambulada por el colegio como un niño huérfano.

00:02:07 - Pensando en mi situación, mis padres tuvieron una maravillosa idea, de inscribirme en una escuela de formación deportiva para que jugara fútbol no me pareció mala la idea pero en mí iba a ser difícil pues persistía el problema por lo mismo y tanto está rodeado de niños en mi misma condición económica que era bastante difícil me sirvió para poder acercarme e interactuar con ellos pues compartíamos gustos ideales y sobre todo necesidades, fue una experiencia muy bonita y de gran aprendizaje.

00:02:54 - Pasado el tiempo y después de iniciar mis labores en la policía nacional, esos temores fueron desapareciendo poco a poco pues el conocer los diferentes casos de policía me obligaba a interactuar a diario con más personas, altos funcionarios de la administración pública, justicia, comercio, hasta llegar a la habitante de calle, muchas veces me ha llamado Chirrette. Esas interacciones con la comunidad en general surgieron grandes efectos en mí y me permitieron romper ese hielo. Tengo que confesar que hoy después de más de 20 años de servicio y de conocer una infinidad de personas aún no me cuesta abordar a una mujer con el fin de alardearla o prácticamente caerle en palabras más castices tal como sucedió con mi actual compañera sentimental a quien conocí en medio de un procedimiento que se pretendía realizar en el lugar que ella trabajaba una conversación que se generó por ocasión a mi trabajo y al de hecho que según por sus propias palabras tiempo después y ya con más confianza me tachó de parlón termino que no proceso no creo un porque si ese día no se entabla la conversación con ella por mi procedimiento tal vez nunca me hubiera acercado a buscarle charla o al menos a presentarme y menos a pedir su número de teléfono. Una vez roto el hielo soy la persona más charladora, cambio significativamente, sale mi otro yo. Tal vez por eso ella aún me dice que soy un parlero profesional.


Me considero una persona tímida, con algunos problemas o dificultades a la hora de relacionarme, especialmente con personas del sexo opuesto, mas sin embargo una vez se da el dialogo o la oportunidad de hablar y relacionarnos, ahí sale mi otro yo.

Lo digo porque me resulta complicado poder abordar a una dama que me llame la atención” en primera instancia por su físico” , es que han sido contadas con los dedos de las manos, las veces que logré hacerlo y para fortuna mía con muy buenos resultados.  Remontándome a mis años de niñez no creo tener trauma alguno que me ocasionara ese miedo o inseguridad, pero lo empecé a evidenciar inicialmente en el colegio cuando tenía que conversar con alguna niña, y créanme que no es un problema de identidad de género o algo que se le parezca, soy un fiel admirador de la belleza femenina, me encanta la mujer por todo lo que es y como es, sencillamente sentía miedo a ser rechazado o ridiculizado; mi padre y madre cuando yo tenía alrededor de 12 años, se preocuparon por esas conductas mías, mas aun por algunos comentarios de mis profesores en los que decían que yo era un niño muy aislado, que en los descansos o recreos permanecía solo, sin juegos sin amigos, deambulaba por el colegio como niño huérfano.  Pensando en mi situación mis padres tuvieron la maravillosa idea de inscribirme en una escuela de formación deportiva para que jugara futbol, no me pareció mala la idea, pero en mi iba ser difícil, pues persistía el problema por lo mismo y tanto.

Estar rodeado de niños en mi misma condición económica “que era bastante difícil” me sirvió para poder acercarme e interactuar con ellos, pues compartíamos gustos, ideales y sobre todo necesidades, fue una experiencia muy bonita y de gran aprendizaje.

Pasados los años y después de iniciar mis labores en la Policía Nacional, esos temores fueron desapareciendo poco a poco pues al conocer los diferentes casos de policía me obligaba a interactuar a diario con mas personas, altos funcionarios de la administración pública, justicia, comercio, hasta llegar al habitante de calle, muchas veces mal llamado “chirrete”, esas interacciones con la comunidad en general surtieron grandes efectos en mí y me permitieron romper ese hielo.

Tengo que confesar que hoy después de más de 20 años de servicio y de conocer una infinidad de personas, aun me cuesta abordar a una mujer con el fin de alardearla o prácticamente caerle con palabras más castizas, tal como sucedió con mi actual compañera sentimental a quien conocí en medio de un procedimiento que se pretendía realizar en el lugar que ella trabajaba, una conversación que se genero por ocasión a mi trabajo y al de ella, que según por sus propias palabras tiempo después y ya con más confianza me tacho de “parlón” termino que no proceso que no creo aun, porque si ese día no entablo la conversación con ella por mi procedimiento, tal vez nunca me hubiera acercado a buscarle charla o al menos a presentarme y menos a pedir su número de teléfono.  Una vez roto el hielo soy la persona más charladora, cambio significativamente, sale mi otro yo, tal vez por eso ella aun me dice que soy un parlero profesional.

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