Febrero  1, 2021 | Temporada #2

Episodio : 28. Paso a la Tercera Brigada

La vida en ele Ejercito fue amable, con la habilidad de la mecanografía, pasó a ser asistente del General de la Brigada y a convertirse en un personaje importante con los altos dignatarios a fin de tramitar las peticiones de manera rápida y las consecuencias favorables de estos favores.
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00:00:00 - Paso a la Tercera Brigada

00:00:21 - A los tres meses salió de baja a un soldado como mecanógrafo de la Tercera Brigada de Cali y pase del comando de la Policía Militar a mecanógrafo de la Tercera Brigada que mandaba

00:00:37 - Valle, Cauca, Narinio y Putumayo, en el mismo despacho de mi general Gabriel Reves Pizarro.

00:00:46 - Aquí conocí el televisor a blanco y negro en 1959, ya había en Cali, el teléfono, etcétera.

00:00:57 - Los soldados que venían de ciudades aprovechaban los teléfonos del casino de soldados para llamar a sus familiares. En Berrúel curmaría teléfono, uno se conformaba con la esperanza de tener una carta o un telegramo. En las horas de recreo los que tenían plata iban a la tienda del soldado a comprar refrescos y corchitos, pastel. Nosotros nos llenábamos viendo o tomando agua. Para ir a Bogotá era por Juan Chito, Candelaria, Fradera, Falmira.

00:01:30 - El aeropuerto era el Cañabara lejos donde hoy funciona Corabastos, más allá de Juan

00:01:38 - Chito. En ese año se construyó la recta palmira de 25 kilómetros. Desde Caliapasto eran dieciocho horas de camino, seis a Popayán y doce a Pasto, con una carretera destapada.

00:01:53 - El terminal era en el Parque Santa Rosa. Por buen manejo me dieron en el batallón una pernotada toda la noche y un día yo no hallaba para donde coger. Al fin me decidí y me fui donde un hermano natural llamado Victorino. Él había tenido una invitación a una fiesta de oficio y me llevó. Llegamos allá, cenamos y después fue un baile. Todos bailaban y yo tímido estaba en un rincón. Solo había bailado pasillos y bambucos y allí bailaba en guaracha, chacha, chacha, salsa, merengue, etcétera. Victorino se dio cuenta y empezó a darme guardiente hasta que después no dejaba de bailar. En Cali, solo dos o dos meses estuve de guardia, era muy duro los turnos de la madrugada, los turnos eran ejemplos, el que le tocaba el turno de las 6 a 8, tenía que hacer los turnos de 12 a 2, de 6 a 8 de la noche y de 12 de la noche a 2 de la mañana, total 8 horas. La comida era sopa de arrozillo y seco de arrozillo con una papa y un pedazo de carne, yo cambiaba a los fumadores el pedazo de carne por un cigarrillo. Habían soldados que preferían fumar que comese la carne. Cuando salía los domingos aprovechaba para comprar unas tres cajetillas de cigarrillo que he robado. A los dos meses me encargaron de hacer la orden del día en el comando y yo me libraba no poniéndome de guardia y nadie se volvió a notar de esto. Después pasé a la tercera brigada. La pasé muy bien, todos me respetaban porque era el secretario de mi general y me constituía en el medio para activar papeleo, cualquiera no podía hablar con el general porque tenía que usar el conducto regular, de comandante de escuadra a comandante de pelotón, de comandante de pelotón a comandante de compañía y de comandante de compañía al comandante del batallón. Cuando por la noche se formaba a las ocho para ir a dormir, habían tenientes muy crueles con los soldados y empezaban a hacer nuestro tarro, hacer gimnasio, atenderse y levantarse, etcétera, y demoraba la subida al dormitorio hasta las nueve a diez de la noche. Una vez en el dormitorio, contaba hasta diez para que el personal esté acostado y con la ropa doblada y muchas veces la mayor parte apenas se habían quitado las botas y tenían el uniforme puesto, daba la voz de alto y todos quedaban quietes y los que no estaban acostados se daban de plantón una hora más después de pasar por debajo de los cadres y recibir borrasos de todos los soldados que se habían acostado. A mí gracias a Dios por estar trabajando en la tercera brigada, cuando se formaba para la recogida antes de empezar a molestar al personal, el teniente decía, soldado Martínez, salir de la fila, puede irse acostar. A los tenientes, cabos, argentos, los servía bien y cuando se ofrecía de intermediar algo para la firma de mi general, lo hacía con todo el cariño y ellos quedaban agradecidos. Muchas veces en el mismo día lograba que mi general Firme lo que yo llevaba de la policía militar. Ellos me decían, antes teníamos que esperar hasta un mes para lograr esto, porque no había personas como usted que se inmigraban por servir. Esa es la razón que que usted tiene para comenzar.

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