Marzo  9, 2021

Episodio 8: Obstinados y deschavetados ¡Qué difícil es reconocer que se necesita ayuda!

Un episodio que aborda el bienestar desde lo físico, lo mental y lo emocional.
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Episode cover: Obstinados y deschavetados  ¡Qué difícil es reconocer que se necesita ayuda!

Música: Camilo Monery

Hola, mi nombre es Andrés Novoa y esto es KWX kuwoxati podcast.

Episodio No 8

Obstinados y deschavetados

¡Qué difícil es reconocer que se necesita ayuda!

Preludio

Quiero contarles que vengo de una familia donde tradicionalmente se ha enseñado que parecer débil está mal, donde llorar no es una opción y quejarse es algo malo. Vengo de una familia que carga en sus espaldas una cantidad de sensaciones, dolores, enfermedades, conflictos y problemas y siempre se ha creído que está bien no hablar de ello, que está bien hacerle el quite al asunto, simplemente pensar que nadie podrá ponerse en los zapatos del otro para tratar de comprender lo que a uno lo está afectando. No me mal entiendan, tengo una familia maravillosa que amo con todo mi corazón, pero sufro el flagelo de lo que es tratar de ser fuerte a toda hora, tragarse los malos momentos y tener la necesidad de siempre demostrarlo.

Hay algo claro y es que no es necesario hacerlo, no es necesario estar fuerte a todo momento. A veces sentir está bien, llorar, contar acerca de alguna afección de salud física o mental está bien, porque todos al final de cuentas sabemos la importancia de saber que el otro tiene un bienestar, así sea tratando de entender su situación. De igual manera, no siempre tiene que ser uno el que lleva también los problemas del otro, a veces necesitamos de una ayuda externa que nos de una visión objetiva y nos ayude a descifrar que pasa y como sobrellevarlo. Nadie se puede poner en los zapatos del otro, todas las hormas son diferentes, eso es cierto, pero también es cierto que no somos islas, que somos seres sociales, que hacemos parte de un grupo o una familia, y que siempre hay alguien que quiere lo mejor para nosotros. Tal vez solo hay que escuchar un poco más o atreverse a hablar un poco más. Se que no me pasa a mí solamente o a mi familia, es algo muy común, pero al final de cuentas, ¡Qué difícil es aceptar que se necesita ayuda!


Puntos de fuga

No se trata de ser victimista, ni que nuestra vida sea una telenovela, ni que todos nos debamos convertir en una especie de espiritistas que sabemos predecir el futuro o saber las pócimas de sanación física y mental, se trata de lo que deberíamos pensar y sentir de nuestro rol que asumimos en cualquier momento, y el impacto que tiene en los demás. He cometido muchas veces el error, guardarme una cantidad de cosas físicas y emocionales simplemente por creer que las puedo resolver solo o que no necesito ayuda de nadie para enfrentarlas. Y no es tan fácil como estas palabras. A veces esto lleva una carga muy fuerte que afecta lentamente en el ánimo, en el estrés, en la ansiedad, en la depresión o en cualquier trastorno que se pueda generar por simplemente creerse un superhombre o una supermujer. Aclaro, este concepto es algo narcisista, estoy por encima de todo, puedo por encima de todo, y actúo bajo ese fin. Es que pedir ayuda o reconocer que se necesita ayuda no es de débiles, a veces llegar a ese punto donde realmente uno dice, necesito de alguien más, necesito que mi familia me apoye sin juzgarme, o necesito la ayuda de un profesional puede desgastar y ser la decisión más fuerte que el hecho de tragarse todo.


El tragarse todo no es de superhombres o supermujeres, es de humanos que sienten miedo a ser juzgados, que sienten temor de parecer débiles, que sienten remordimiento por creer que al pedir ayuda están trasladando el problema a alguien más. Cada quien tiene su equipaje, pero este se puede aligerar. Durante muchos años he sido una persona cerrada en cuanto a mi salud física y mental. He escuchado a mi madre millones de veces decir que yo solo me quejo cuando estoy para ir de urgencias al médico y que saben que es algo grave, y eso no está bien. No porque me tenga que quejar todo el tiempo, sino porque no estoy siendo consciente que el aceptar las señales de mi cuerpo y de mi mente me pueden ayudar a prevenir algo más fuerte, y que mi familia y entorno cercano está ahí, conmigo. Tengo más de 20 cirugías en mi cuerpo, he estado a punto de morirme 3 veces, cargo con una enfermedad autoinmune y otra genética y solo cuando el dolor se estaba convirtiendo en el motor de mis estados de ánimo, emocionales y físicos y me estaban llevando a una mala calidad de vida sin bienestar, fue que tomé consciencia y me quejé. Pasaron más de 5 años para hacerlo. Esto lo tuve que hacer hace mucho tiempo, durante muchos años viví con dolor, esa era mi normalidad, y ahora que pude recibir ayuda, no tener dolor es algo extraño, pero lo disfruto día a día.


También durante muchos años sufrí de insomnio, dormía 2 o 3 horas en la semana y me estaba enloqueciendo, sufrí de depresión, angustia, ansiedad, estrés, y siempre lo llevé conmigo como si fuera la exclusividad de mi equipaje. Nunca pedí ayuda de manera tácita, y esto repercutió directamente en mi salud. No he mejorado muchas de estas cosas, pero ahora trato de hablar un poco más, de exteriorizar lo que siento, trato de pedir ayuda a profesionales y poco a poco me voy enfrentando a todo aquello que me persigue durante muchos años. También he sido una persona que se preocupa mucho por los demás y me había dejado mucho tiempo de lado a mi mismo, no siento pena al decirlo, porque también me cargaba con todo lo de los demás. Nunca dejaré esa naturaleza, soy humano y me gusta ayudar a las personas que me buscan, pero ahora lo hago de una manera consciente, trato de cuidarme a mi mismo también, porque de nada me sirve intentar estar para los demás si no estoy bien conmigo mismo.


No soy perfecto ni mucho menos, me equivoco constantemente, a veces soy muy emocional, a veces muy racional. A veces quiero imponerme en algunas situaciones y por momentos dejo que las cosas pasen con tal de no discutir. No me molesta hablar de mis problemas ni de mis defectos, hace mucho tiempo que intento reconocerlos y trabajo en ellos, para resolverlos cuando se puede o para minimizarlos, con el único fin de estar bien para mí, para mi familia, para mi entorno, y perseguir eso que a veces de manera idealista llamamos felicidad. A veces quisiera hacer más, ayudar más, servir de apoyo para más personas, pero solo puedo hacerlo hasta el punto que las personas quieren que lo haga. No se pueden presionar esos momentos, todo llega para todas las personas.

No hay que dejar pasar el tiempo, la vida es ahora, así parezca que se ha detenido por una pandemia. Hay cosas que uno puede manejar y está bien, hay cosas que pueden ir creciendo sin que uno se de cuenta y hay que atajarlas antes de que sea difícil, y hay cosas que se nos salen de las manos y ahí es donde tenemos que tener la paciencia, sabiduría y humildad para reconocer que no debemos ser superhumanos, somos simplemente humanos y tenemos que aprender a pedir ayuda en los momentos que nos dominan más de lo que nuestras razones y emociones pueden. A veces las pequeñas cosas para unos son, enoooormes para otros, y no podemos juzgar porque los zapatos nunca serán los mismos. El cuerpo es un receptor de todas nuestras emociones y sensaciones y aprender a leerlo es importante, nuestra mente nos da un cúmulo de información a la cuál deberíamos colocarle más atención, para comprender que es lo que debemos hacer para nuestro bienestar.

A fin de cuentas esto se reduce a que somos seres obstinados que creemos que no necesitamos de nadie más, porque nos lo han vendido como estereotipo, el hombre fuerte, la mujer fuerte, los niños no lloran, los sentimientos no importan, y no es cierto, somos obstinados y deschavetados por creerlo, por creer que nadie se preocupa por nosotros o el extremo, que si hablo y pido ayuda voy a preocupar a los demás. Lo que sabemos todos pero nos lo guardamos es que lo que le pasa a las personas que nosotros queremos nos impacta de manera directa, cuando es físico lo sabemos así no digamos nada, cuando es por un trastorno mental lo sentimos así la persona que lo siente siempre se encuentre en la negación. Uno siente al otro, y el otro lo siente a uno, pero somos tan obstinados que ese sentir compartido queda en una sensación momentánea que no es más que un grito desesperado en silencio que busca no ser juzgado y que necesita de los demás.

No está mal pedir ayuda, no está mal disculparse. Quiero empezar yo. Quiero disculparme con todas las personas a las que no he entendido, a las que no he sabido leer, con quienes no he interpretado un momento o un espacio, a quienes no escuché cuando me buscaron. Quiero pedirles ayuda a todos ustedes, cuando me vean mal física o emocionalmente, pregúntenme, no les de miedo, aquellas épocas de absolutismo e individualidad han quedado a un lado, soy consciente de que somos seres sociales, de que amo a muchas personas, y de que muchas personas me aman a mí, estoy para quien lo necesite, y buscaré ayuda cuando lo requiera. No me dejen hundir de nuevo en la infernal idea de creer que todo lo puedo resolver solo, porque solo puedo decirles que he descubierto que existen muchas cosas que se me salen de las manos, y que hay muchas personas dispuestas a poner su mano, a acompañarme, a no juzgarme, a no presionarme y a recomendarme profesionales cuando la situación lo amerite. Al final de cuentas, cuando se rompe el molde, no es difícil pedir ayuda y tratar de cambiar lo que nos hace daño. Pero, hay que romper ese molde maldito genético y cultural que nos ha impuesto un deber-ser por encima de todo.

De antemano, quiero ofrecerme para los demás, si sienten que puedo escucharlos, abrazarlos (así sea de manera digital), darles un impulso, darles mi opinión sin ser ley, o mirar alguna solución que puede requerir de alguien más, cuenten conmigo. Lo haré con toda la objetividad posible y estaré allí sin juzgar. No duden en contactarme.


Reflexiones finales

El cuerpo es aquello que nos permite relacionarnos con el mundo, percibirlo y entenderlo. No lo dejemos en el último escalón, busquemos soluciones a nuestros males y entendamos que el bienestar también está con una buena calidad de vida. Escuchémoslo, él nos dará toda la información necesaria. Por otro lado, hay que confiar en los profesionales que nos ayudan con nuestro cuerpo. Si no confían en sus médicos, enfermeras o profesionales de la salud, o personas que manejen procesos alternativos, busquen alguien en quien si confíen, y que les explique exactamente cuál es su afección. Es importante que exista una corresponsabilidad y que aquellas personas destinadas a tratarnos y ayudarnos, nos den toda la información que requerimos para enfrentarnos a una posible mejoría.

Préstele atención a la salud mental. Los trastornos mentales funcionan de manera diferente, y pueden irse incubando desde hace bastante tiempo. Una pequeña idea o situación a la que no le paramos bolas, puede crecer a tal punto de generar depresiones, estrés, ansiedad, ataques de pánico, fobias, algunos trastornos de estados de ánimo, trastornos alimenticios, psicóticos, de personalidad, psicopatías o sociopatías, entre miles más que podemos ni conocer.

Si se siente sin ánimo, triste, con ganas de llorar, viva la emoción, no la reprima. Si ve que se le sale de las manos, pida ayuda, una píldora puede atacar el momento, pero no atacará la verdadera razón de la depresión.

Si su trabajo maneja altos niveles de estrés, dese momentos para salirse de esos espacios y genere momentos desconectados que le permitan regularse. Si el estrés pasa por otra persona, háblelo, cuéntelo, no se lo guarde, porque también se trata de que todos tenemos el derecho al buen trato, y a un espacio de trabajo que genera tranquilidad. Recuerde que el estrés también es una enfermedad laboral.

Si ya el estrés le ha desencadenado en demasiada angustia o deterioro funcional, busque ayuda, la ansiedad es algo que está carcomiendo a las personas en esta era.

No le de miedo reconocer que puede tener pánico, temor o terror asociados a una situación particular, no todo el mundo interpreta el mundo de la misma manera ni vive las emociones igual. Pensar, sentir, interpretar nos hace humanos, pero no tenemos que tragarnos todas nuestras emociones ni pensamientos. Si alguien lo juzga por ello, es una persona pelotuda. Así que aunque parezca difícil no le pare bolas.

Existen muchas enfermedades físicas y mentales, muchas creadas por nuestra relación con el entorno en un contexto determinado. Hay que aprender a leernos y a cuidarnos, y por supuesto reconocer en cuáles momentos necesitamos pedir ayuda para enfrentarlos. Generemos una especie de ayudómetro que nos permita saber en que momento ya se nos salió de las manos algo y que necesitamos de los demás para enfrentarlo.

Si sufre de alguna afección física, visite a su médico, profesional de la salud, chaman, líder espiritual o ancestral, o en quien confíe, pero por favor, no se medique solo. Muchas veces algo físico que no se resuelva nos lleva a trastornos mentales

Si sufre de algún problema de tipo trastorno mental, busque con quien hablar, pida ayuda o busque la ayuda institucional. En el caso de Bogotá, la alcaldía tiene una línea de atención que es la 106 o por WhatsApp se puede escribir al número 300 754 89 33 de la secretaría distrital de salud.

Si creen que puedo ayudarlos, acá estoy, no juzgo ni tampoco me creo redentor. Solamente trataré de ver como puedo aportar. Y si no aporta mi rol, buscaremos a alguien más.

Con esto acabamos este episodio de KWX Kuwoxati podcast, párele bolas a su salud física y mental.

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