Episodio 6: Filosofía: cinco minutos en dial 8

00:00:00 - Todas las cosas, Lucilo, son ajenas, solo el tiempo es nuestro.

00:00:15 - Esta frase pertenece a la primera de las cartas que envió Seneca a su amigo Lucilo, una valiosa colección de reflexiones y consejos filosóficos de alguien que habían logrado calar muy hondo en el espíritu humano. En esta que mencioné, medida sobre el valor y el uso del tiempo, entendido como esa dimensión existencial propia que nos otorga el Señorío sobre nosotros mismos.

00:00:43 - Como muchas de las verdades profundas y sencillas, esa primera vista desconcertante, porque remuevo nuestros hábitos mentales. Seneca no duda sobre el carácter de agenidad absoluta de todas las cosas que nos rodean y que constituyen casi siempre para nosotros nuestros bienes más preciados. Pero en realidad no nos pertenecen y nuestro señorío sobre ellas es muy limitado. No podemos disponer en el sentido absoluto del término de nuestras propiedades, nuestros parientes, nuestros amigos o servidores. Sólo podemos usufructuar en mayor o menor medida, alguna de sus caridades o valores. No podemos alterarlos a nuestro capricho, ni somos dueños de su existencia. Incluso podemos perderlos fácilmente sin que nuestra mejor buena voluntad logre impedirlo. Y siquiera somos dueños de algo tan cercano como nuestra salud o nuestra vida.

00:01:44 - En cambio, somos dueños absolutos de algo tan lávil e inasible como el tiempo, ese permanente fluir que se nos escapa cuando queremos atraparlos. Muchos siglos antes de Pascal,

00:01:59 - Sene cabió en esta radical pobreza del señoría humano, paradójicamente, su nota más noble y digna. Señores de Renacíde, dueños del escurridiso presente, en él vamos bordando la trama siempre complicada de nuestra existencia, trama que se cierra con nuestro último instante, prefigurado en todos los anteriores, ya que cada uno por sí mismo va cerrando uno de los infinitos círculos de la vida. El señorío sobre cada instante del tiempo que no sea concedido nos convierte en señores de la totalidad. Por eso el tiempo es nuestro, porque se actualiza todo en cada instante del que sí podemos disponer en lo íntimo de nuestro ser. Cada momento nos concluye, nos define, nos perfecciona en el sentido literal del latín perfícreo, nos hace completos.

00:03:02 - La veloz variabilidad de estos momentos no permite una percepción de esta realidad, solo percibimos la completud cuando la muerte hace cesar el flujo de los instantes y hablamos entonces de una vida acabada completamente hecha pero en cierta forma eso sucede cada vez y por eso decía Seneca en esta misma carta cuotidiemol, morimos un poco cada día.

00:03:30 - Advertía este estoico algo que otros grandes pensadores como Augustino Heidegger se han encargado de destacar. Solimos mirar la muerte como un evento del porvenir, algo que no sucederá en un momento impreciso del futuro y que de alguna manera es presente. Pero vista la vida como clepsidra que no vuelve atrás, una buena parte de ella ya está en poder del fin. El tiempo no se recupera. Y la reflexión senequiana sigue resonando todavía así. Tanta es la estupidez de los mortales que se preocupan de la pérdida de cosas recuperables y descuidan la pérdida del tiempo vital como si la vida fuese una carrera que se gana en los últimos metros.

00:04:24 - Es cierto que solemos vivir en la alienación de una inmovilizante instalación en el pasado o una angustiosa y estresante expectativa del porvenir.

00:04:36 - En el Interin descuidamos el presente, que es lo único que realmente tenemos.

00:04:41 - Y ese lucilo fuese bastante parecido a nosotros, y entonces podemos aplicarnos el consejo de su amigo Cénica, dependerás menos del mañana si has sabido usar bien del hoy.

00:04:55 - Pero ¿qué significa usar bien el instante, el presente, el hoy? Siendo consecuentes, debemos responder que ese buen uso consiste en afirmar con él el señorío sobre nosotros mismos. El único que vale la pena, porque no nos puede ser quitado.